1. Compañera de oficina apta para todo servicio. ¡Qué perra!


    Fecha: 17/06/2020, Categorías: Gays Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    El relato que sigue transcurrió en el ámbito de la oficina, memorarlo es una forma de honrar y revivir esos buenos tiempos, de cuando todo tiempo pasado fue mejor. Por ese entonces ocupaba el cargo de jefe, tenía el escritorio en la oficina contigua al salón donde trabajan unas diez empleadas, en su mayoría no llegaban ni a los veinticinco, y otros dos del sexo masculino.
    
    Pero entre todas, bastante agraciadas ellas, por algo había tomado parte en la selección. Entre ella había una que se llevaba mis pensamientos más lujuriosos, esa era Ángeles, que le hacía honor a su nombre en todo sentido. Era la que por las mañanas me traía el café y de paso que me informaba de las novedades compartíamos un diálogo más informal y coloquial abarcando temas un tanto más personales, cada vez más intimistas, y hasta por momentos rozando el tono de confesiones, diría que casi pidiéndome consejos, si hasta parecía que me había tomado por el tío confidente, cómplice de sus experiencias primarias en los problemas del corazón.
    
    Así se desarrolló esta relación jefe-empleada, pero siempre dentro de una creciente corriente de casi confianzuda relación. Recuerdo uno en particular, que en una ocasión cuando todo el personal se había retirado, se dio de quedarnos compartiendo ese último café antes de retirarnos y dentro del juego de palabras donde ella me manifestó el agradecimiento por el buen trato y las posibilidades de crecimiento en la empresa que le respondí, que tampoco era para tanto, que ...
    ... no debía creer tanto en las buenas intenciones de cualquier hombre ante una muchacha con sus tan buenos atributos, porque detrás de todas esas “buenas intenciones” siempre están al acecho los besos más indecentes que te “quiero dar”, ahí mismo corregí lo encomillado por “te quieren dar”. Ese lapsus que parecía casual, no le escapó a su entendimiento de mujer que el subconsciente me había traicionado y afloró mostrando mi lado oculto del deseo por ella, pero tan sólo se limitó a una sonrisa.
    
    Fue precisamente que una de esas mañanas le pedí que si no tenía inconvenientes a la salida si no me podía acompañar a realizar unas compras, que debía realizar para el cumple de mi sobrina, y que agradecería mucho su consejo femenino.
    
    —Bueno, total no tengo a nadie que me espera cuando salgo, solo voy para mi casa. De acuerdo y luego para compensarlo te acerco a tu casa, ¿sí?
    
    —Sí!, Totalmente de acuerdo.
    
    El resto del día laboral transcurrió con la habitualidad normal, a no ser porque cada tanto repiqueteaba en mi cabeza esa frase de: “... y total no tengo a nadie que me espere cuando salga”. Recurrentemente volvía ese recuerdo que funcionó como activador inconsciente de los ratoneo erótico sin siquiera proponérmelo. De algún modo ese detalle me hizo estar de mucho mejor humor que lo habitual, situación ésta no pasó inadvertida para la destinataria del “ratoneo”.
    
    Llegadas las cinco de la tarde, me había olvidado del pedido, me encontraba trabajando enfrascado en la confección ...
«1234»