Mariel, mi madrastra puta
Fecha: 25/06/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Carlos Zeta, Fuente: CuentoRelatos
... de judo. Hasta que una vez más, logré abrir sus piernas y metí mi verga en su sexo.
— Te odio. — me dijo Mariel. Mientras yo ponía sus piernas en mis hombros y se la metía con toda la furia que tenía, hasta que mis bolas peludas chocaban con sus labios vaginales. — Te odio. — repitió, llorando. Yo le tapé la boca para que dejara de decir tonterías. Le di mordiscones por todas partes y la cabalgué un buen rato hasta retiré mi verga y eyaculé en su cara de zorra. Ni loco acabaría adentro suyo.
8
Esa misma noche, después de cenar, Mariel y papá subieron a su cuarto, y me dejaron en el living mientras me preparaba para un parcial. Pero a eso de las doce de la medianoche mi viejo bajó.
— Quiero decirte algo Carlos. — dijo, con el semblante serio.
— Si, viejo, decime. — le contesté yo, haciéndome el otro. Sospechaba que ya se había enterado de lo que hicimos con Mariel por la tarde. Y bueno ¿Qué iba a hacer? Me comería las recriminaciones de mi viejo. Le diría que ella me provocó. Se pondría triste, y no me hablaría por un tiempo. Pero luego de meses o semanas me perdonaría. Al fin y al cabo, él también era un hombre, y sabía que nosotros pensábamos con la cabeza de abajo. El problema era que caería en un pozo depresivo por culpa de creerse enamorado de esa zorra. Pero, en fin, si pudo sobreponerse a la muerte de mamá, tarde o temprano saldría también de esta.
— Sabés que con Mariel nos vamos a casar. — dijo el viejo. No esperaba oír eso. ¿Me habré equivocado con ...
... mis suposiciones? — Y bueno, en algún momento pensamos tener hijos. — agregó. Yo pensé que si el viejo tuviera otro hijo parecería más bien su nieto, pero me abstuve de hacer comentarios. — y bueno…— siguió diciendo papá. Se lo veía muy dubitativo. — la casa va a quedar chica para todos, viste…
— ah ¿sí? — dije. Al fin empezaba a entender a dónde quería ir a parar el viejo. La zorra de Mariel le habría llenado la cabeza.
— Así que pensamos…— dijo, casi balbuceando.
— ¿Pensaron? — Pregunté, indignado.
— Bueno, en realidad lo pensé yo. — dijo el viejo, mintiéndome descaradamente. — Pensé que como ya tenés veintitrés años, bien podrías ir buscándote otro lugar para vivir.
Me quedé en silencio, contemplándolo con indignación. Pero no podía estar enojado con él. El viejo era un buen tipo, sólo que era muy manipulable.
— Desde ya que no te estoy echando. — aclaró, al notar mi expresión sombría. — Te podés tomar el tiempo que quieras. Y cuando necesites un garante para el alquiler, obvio que contás conmigo. Y si la en algún momento no alcanzás a llegar con la plata, siempre te puedo dar una mano.
Tragué saliva. Pensé muy bien en qué iba a decir. No quería causarle un disgusto al viejo.
Llegué a la conclusión que lo mejor era darle la razón. Total, qué más daba. Cuando por fin me librase de esa zorra, todas estas ideas raras quedarían en el olvido.
— Tenés razón viejo. — Dije — Yo ya estoy grande, y vos vas a necesitar tu lugar y yo el mío. Pero Haceme un ...