1. Ardientes Musas que me inspiran.


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Terminamos con los estudios y volvimos a nuestra rutina de atender a las cosas de la casa y luego cada uno a lo suyo. Así pasaron los días pero siempre que podía me acercaba a ella y la tocaba, solo me miraba y sonreía. Una noche le propuse dormir juntos como cuando éramos más niños, ella no me contestó…, como siempre me miró y sonrió en la cocina poniendo en orden todo. Le miré más hermosa que nunca, llevaba puesto un vestido azul claro moteado, se notaba claramente su talle y sus pequeñas tetas firmes dentro del vestido sin sujetador que no sé para qué lo utilizaba porque no necesitaba para nada esa prenda. Cenamos con nuestros padres y ella y yo nos encargamos de recoger toda la cocina, al rato cuando terminamos, la tomé de la mano y la dirigí a mi dormitorio. Al principio se negó, pero nuestros padres cansados del día se habían acostado después de ver un rato la tele.
    
    Lentamente sin hacer el menor ruido entramos a mi cuarto, concebíamos que esa noche podía suceder algo que nunca nos habíamos planteado. Aseguré bien la puerta y la senté en mi cama y me arrodille tocando sus rodillas y sin dejar de mirarla en el devenir de los acontecimientos, continué acariciando su cuerpo pasando mis manos por sus curvas, sentí su excitación… ella cerraba los ojos. La acosté lentamente y le di un beso en los labios, acaricié sus tetas duras y ella dejó escapar un quejido diciendo mi nombre, no esperaba tal acción mía. A cada caricia mía ondulaba su cuerpo y jadeaba presurosa de ...
    ... sentirme. Empecé a desvestirla despacio sin dejarla de acariciar, bajé su vestido y vi unas pequeñas braguitas de color rosa que cubría su delicada intimidad. Una vez sin su vestido observé sus tetitas erectas y desafiantes a la gravedad, me acerqué y le chupé los pezones, sentí un temblor en todo su cuerpo. Me alejé un tanto para quitarme rápidamente la ropa. Me quedé solo en calzoncillos y me acosté a su lado. Estaba quieta, mis manos siguieron acariciándola y ella instintivamente abrió sus piernas, me subí sobre ella y le di un profundo beso con lengua que ella recibió con pasión ofreciéndome la suya. Mi polla ya estaba que estallaba completamente erecta, pugnaba por ir al encuentro de aquella deliciosa cueva virgen. Empecé a quitarle las bragas, ella levantó la cadera para facilitarme mejor la operación, me levanté un poco, deslicé la pequeña tela por entre sus piernas y pronto estuvo completamente desnuda. Me detuve a mirarla y admirarla, ahí estaba su piel blanca, sus curvas contorneándola y su coñito apretado lampiño formando una ligera rajita.
    
    Acaricié su insubstancial vello púbico con pelitos rubios casi invisibles, toque la vulva de su vagina pasando un dedo entre su raja. La noté mojada emanando un olor agradable, penetrante, delicioso y dulce. Me hinqué y besé su vientre, seguí con mis labios en busca de aquel rincón maravilloso por su pubis que ahora estaba a mi alcance, olí aquel aroma de su coñito que era embriagante, una de mis manos frotaba sus tetas, la otra ...
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