1. Rocío, la sirvienta. Cuarta parte.


    Fecha: 15/07/2020, Categorías: Sexo con Maduras Primera Vez Masturbación Autor: Sensual1972, Fuente: xHamster

    ... situación, y quiero hacerlo.- Dijo de manera tan rotunda y convincente, que no discutí.Mi pene automáticamente comenzó a tomar tamaño, y la mano húmeda de doña Roció comenzó a deslizar por el tronco de mi polla, haciendo que en unos segundos estuviera como una piedra. La soltó, y sus dedos comenzaron a acariciar mis testículos y mi miembro. Mi respiración iba en aumento, y no me atrevía a hacer ningún movimiento, solo disfrutar de aquel instante.Entonces, doña Rocío, con su mano izquierda, tomó mi mano, y la llevó a su cuello, indicándome que quería que la acariciase. La miré, y había cerrado los ojos, mientras sus dedos recorrían lentamente cada curva y cada pliegue de mis partes. Con el dorso de mis dedos acaricié ese dulce cuello, subiendo hacia el lóbulo de su oreja, rodeé su pendiente, para introducir los dedos por el pelo de su nuca. Su cabeza se ladeó sobre mi mano cariñosamente. Bajé un poco mis dedos, acariciando de nuevo el cuello. Ella echó ligeramente la cabeza hacia atrás, y con su mano izquierda comenzó a desabotonar lentamente su camisola. Primero un botón, mientras su mano bajaba hacia el siguiente abriendo el escote. Luego el siguiente, dejando ver el inicio de su canalillo, y mis dedos bajaban acariciando ese escote. Su mano bajó abriendo otro botón más, mientras sus dedos bajaban y subían acariciando el tronco de mi pene y me hacían mantener una respiración larga y placentera. Ya alcanzaba a ver parte de su prenda íntima, donde el sujetador y el escote ...
    ... se juntaban. Su mano siguió bajando desabotonando uno a uno, mientras mis dedos acariciaban la parte que no quedaba tapada de sus enormes pechos. La camisola quedó abierta de par en par, su mano derecha dejó de acariciar mi polla, y para ir a quitarse un botón de la manga izquierda, y luego el de la manga derecha. Con un rápido movimiento, su camisola cayó sobre la parte posterior de sus piernas arrodilladas, dejando a la vista ese sujetador color carne que realzaba esas maravillosas tetas. Me sonrió, y comenzó a acariciar de nuevo mi polla, dura como una piedra. Mi mano acariciaba sus pechos por encima, y podía llegar a intuir ligeramente su areola y esos dos maravillosos pezones. Al rozarlos con mis dedos, su respiración se hizo más marcada. Era maravilloso poder acariciar esas curvas. Mis dedos bajaron por debajo de sus inmensas tetas, pero chocaron con algo duro. Hasta aquel momento desconocía que los sujetadores llevaban aros, y más los de ese tamaño.Doña Rocío me miró, echó sus manos hacia su espalda, y con un ligero movimiento de dedos soltó el sujetador. Sus pechos se mantenían dentro de él, pero bajaron un poco más. Delicadamente, mirándome a los ojos, sacó un brazo por el tirante, mientras con sus brazos sujetaba esa prenda, y luego sin soltarlo sacó el otro tirante. Yo no podía quitar los ojos de esa prenda que sujetaban sus manos, mientras mi mano acariciaba la dulce y suave piel de su costado.Echó la mano hacia delante para acariciar mi pene, mientras su brazo ...
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