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Polvo apretado
Fecha: 22/07/2020, Categorías: Primera Vez Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... sobrina y ahijada se tragaba toda mi leche sin chistar. Acabé cuando sus dientitos ya me atormentaban, su lengua escurridiza me hacían tiritar las piernas y cuando, después de metérsela entre las tetas y el corpiño se escupió un montón de saliva para regalarme la mejor turca de mi vida. Mi leche le rebalsaba la boquita, y aun así ella me limpiaba toda la puntita con su lengua. No dijo nada cuando le saqué el corpiño. Quería verla desnuda. Me volvió loco el olor de mi semen en su boca, y casi estábamos prestos para otro pete fabuloso, cuando oigo a mi señora desde la calle. ¡abríme Emilio, que me hago pis, y llueve como la puta madre! Sabía que Liliana ni bien llega del colegio entra al baño y se tarda sus buenos minutos en la ducha. Entonces, Marilín se escondió debajo de la mesa y yo puse todas las sillas alrededor. Corrí a abrirle, nos saludamos rápido, ella me preguntó si estaba bien, y en cuanto le juré que sí subió impetuosa las escaleras para internarse en el baño. Habíamos entrado en una zona de riesgo aterradora, perversa y conmovedoramente peligrosa. Lili notó con seguridad el sudor de mi frente, el temblequeo de mis piernas o la torpeza de mis manos, y tal vez hasta el perfume de Marilín. Pero prefirió hacerse la desentendida, y eso no me complacía. Apenas se oyó la puerta del baño saqué casi de los pelos a mi pequeña, que ni se mosqueó al ver a su tía entre nosotros. Pero no paró de darle masajitos a sus chuchis, según me confió después. Los dos ...
... queríamos más. Mis ojos necesitaban confirmar la tersura de sus nalguitas, las que en mi mente palpitaban tanto como el deseo de lamerle la conchita. Quería mirarla en bombacha. Por eso le bajé el pantalón de sopetón, y me hinqué como para rezar bien pegadito a su cola, para tocar y acariciar esa bedetina rosita preciosa que mostraba el dibujo de su leve humedad cuando la hice darse vuelta para mirarla adelante. Su fragancia era majestuosa y afrodisíaca, mucho más intensa que la de las naranjas de su jugo. Le comí la boca, le puse la pija en la mano para que me la aprete, la pajee, acune mis huevos, y para que se agache y vuelva a mamarla, olerla y escupirse las tetitas para refregarlas contra ella. Pero de pronto se incorporó de pie y me dijo: ¡corréme la bombachita y cógéme, pero no me la saques! En ese momento pensé que le daría un infarto a mis testículos. Pero también que contaba con la bendición de los dioses del olimpo cuando, después de estirar sus pezones con mi boca, de humedecerle las manos con mi pre semen de tanto que me pajeaba y de probar sus finos labios de cereza atardeciendo, la alcé en mis brazos, y con bastante cuidado fui introduciendo mi pene en su vagina tan perfectamente depilada como sus cejas, por entre su prenda, con mis manos aferradas a su cola y sus piernas a mi cintura. Luego de sostenerla un rato casi en el aire, pero sin detener la mecida sexual con la que la penetraba mi dulzura, por el tormento de sus jadeos en mi rostro la arrinconé ...