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Mi amor adolescente
Fecha: 22/07/2020, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... levanté y pasé por su cuarto que estaba cerrado, pero pegué mi oído a la puerta para escuchar mejor. Roberto bramaba y mi primo le estaba dando fuerte. Se oía claramente el sonido del pene entrando y saliendo y como golpeaban los testículos en las metidas profundas. Supuse que habían acabado, puesto que se quedaron los dos quietos y entonces yo me tuve que ir corriendo a mi habitación puesto que imaginé que saldrían al bañó. Me estuve masturbando pensando que era yo el que había estado con mi primo, descubriendo que en contra de lo que creí, ninguno de los dos salió de su nido de amor. Pasaron dos meses con la visita obligada de Roberto todas las noches, hasta que sucedió. Una noche volvió mi primo sobre las 8 de la tarde, compungido, destrozado, sudoroso y con fiebre. Balbuceaba, pero supe que Roberto lo había dejado. Lo llevé a la cama, lo desnudé por completo y lo metí debajo de la sábana. Le estuve poniendo paños fríos en la frente, pero seguía llorando a ratos, temblando a veces. Aquella noche me acosté con él. Lo acariciaba para consolarlo. Eran las dos de la mañana cuando se relajó un poco. Entonces sin poder evitarlo, me abracé a él y le tomé el pene, un maravilloso pene, que acaricié hasta que creció en mi mano. Me quedé así, con el aparato cogido e intentando dormir. Noté su respiración entrecortada, pero más relajada, y entonces me bajé y me lo introduje en la boca. Como veía que se movía nervioso, lo deje allí dentro de mi, y me dormí. Me desperté ...
... cuando me estaba follando literalmente la boca. Lo hacía nombrando a Roberto, imagino que en sueños, pero el semen que salió y se quedo en mi lengua y garganta no era un sueño. Se la limpié con mis labios y me quedé a su lado abrazado y con mi boca llena. Al día siguiente, seguía en estado febril, llorando cada vez que le venía al pensamiento la relación perdida. Lo volví a lavar por completo. Intenté darle algo de comer, pero no fue posible. Sobre las 6 de la tarde, despertó por primera vez. Al verme a su lado, me abrazó agradecido y volvió a llorar. Le dí algo de comer y se volvió a dormir, esta vez mas plácidamente. Pasaron dos días así. Al tercer día logré hacerle levantar, vestirse y por fin conseguí que diera un paseo conmigo. Ya no tenia fiebre, pero parecía todavía mas delgado. No quería hablar nada sobre su rota relación y yo no quise tampoco recordarle nada. Cuando volvimos, noté que se encontraba muy cansado por lo que mientras iba al baño, le cambié la ropa de la cama. Le ayudé a desnudarse, quitándole toda la ropa. Cogí paños húmedos y se los pasé por todo el cuerpo quitando la sudor y estando él despierto aunque con los ojos cerrados, le tomé el pene y se lo lavé. Creció en mis manos hasta tener su máximo esplendor. Era grande, tanto largo como ancho, pero sobre todo era bonito, parecía una escultura, el modelo que quisiera pintar el más grande de los artistas. Lo acaricié tanteando su reacción, y por fin, viendo su complacencia me lo metí en la boca y ...