1. Cristina


    Fecha: 30/07/2020, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... un corto espacio de tiempo en el que, ayudándose de las manos, mueve arriba y abajo las tetas al mismo tiempo que aprieta hacia dentro, coge el frasquito y echa un par de chorros de suave aceite hidratante sobre sus tetas, echándolo desde arriba, con alegría, como con chulería, sonriendo. De nuevo comienza a masturbarme con sus tetas, ahora muy suaves, quizás demasiado al principio, hasta que rápidamente logra encontrar el punto exacto de fuerza, presión, velocidad, ritmo… es una paja cojonuda y comprobar cómo mi polla se muestra totalmente receptiva al tratamiento me pone muy, muy cachondo, y aunque me gustaría que durase mucho tiempo, no sé cuánto voy a poder esperar sin correrme.
    
    Le gusta el semen, sentirlo en su boca, pero lo que de verdad me apetece ahora es correrme sobre las tetas, y ahí voy. ¡Qué bueno! ¡Cómo me gusta! No se trata sólo de mi orgasmo, sino también de ver mis chorros de blanco semen impactar, manchar, pringar las tetas de Cristina, quien se ríe de mí —pareces un chiquillo con juguete nuevo— y cuando he terminado la corrida, sin dejar de mirarme a los ojos, extiende la leche de hombre por sus pechos, como si se tratara de una crema corporal. Sí que sabe esta hembra satisfacer a un hombre, sí, no sólo con las sensaciones puramente físicas, sino con esos detalles sicológicos que complementan una follada para incrementar el placer.
    
    Vaya fin de semana cojonudo. Largo, en el mejor de los ...
    ... sentidos, trabajado, pero con gusto. Si el rostro ajado, ojeras levemente inflamadas, labios un poco hinchados y los signos evidentes —chupetones, rojeces y mordisquitos quedan disimulados por la ropa— de cansancio de Tina son un reflejo de mí estado físico, joder, eso es que hemos follado mucho y bien. No hemos salido de la habitación y el servicio de habitaciones ha sido nuestro único contacto con el exterior desde el viernes por la noche. Se han ganado una buena propina. No sé cuántas veces me he corrido, mi fábrica de semen ha debido agotar las existencias por un tiempo. Ni siquiera he contestado a los mensajes de Paco interesándose por mí y por Cristina. ¡Qué mujer!
    
    El martes temprano nos hemos ido juntos a trabajar. Antes de salir del hotel, mientras desayunamos con muchas ganas, me pide intercambiar los números de teléfono móvil —salvo que no te haya gustado y no quieras volver a follar conmigo— y quedamos el próximo fin de semana para ir a una casa que tiene en un pueblo cercano a Segovia. Ya ha nevado por allí, le gusta el frío, y además está deseando ver cómo está todo en su casa.
    
    No he podido evitar hacerme un chiste malo a mí mismo —no me he atrevido a decírselo a Cristina, no tenemos confianza en lo que no es sexo— sobre el fin de semana que viene, recordando un dicho de cuando era yo un chaval:
    
    Esta noche va a nevar
    
    tiene cerco la luna
    
    esta noche va a nevar
    
    entre las piernas de alguna. 
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