1. EN UN MUNDO SALVAJE (2)


    Fecha: 02/08/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    CAPÍTULO 2º Él estaba tumbado en la cama, despierto, mirándola con esa carita de niño bueno que tan bien sabía poner, matizada la “infantil inocencia”, por la expresión, mitad burlona, mitad sarcástica, de sus ojos, de su rostro; se llegó junto a su cama y, sin mediar palabra, se desvistió hasta quedar como su mamá la puso en este Valle de Lágrimas, y sin más se sentó en la cama, mirando a su hijo – Como ves, consiento en lo que querías: Seré tu mujer; pero con condiciones. Vendré a ti cada noche, pero sigo siendo la mujer de padre, y volveré a él tan pronto no quieras más de mí. Y se acabaron los enfrentamientos; le respetarás en adelante. ¿Conforme? – Conforme, madre – Bueno; pues hazte a un lado. Déjame sitio Yago se hizo a un lado y Ana, metiéndose en la cama, se acostó junto a él, boca arriba, nerviosa. Yago la miraba casi boquiabierto, con sincera admiración Casi sin llegar a creerse que la tuviera allí, desnuda para él Llevó sus manos a su rostro, acariciándola, para, en nada, bajarlas a sus senos, que también acarició, aunque casi, casi, que tímidamente – Qué bella es usted, madre. La imaginaba rica, muy, muy rica, pero esta realidad supera cuanto imaginara. Divina. Maravillosa. Y qué afortunado es padre al tenerla a usted, al amarle usted, al tener su amor. La vida, sí, la vida daría porque usted me quisiera así tan sólo un año; un mes incluso. Disfrutar de eso…y morir… – Calla, calla No hables de muertes. Además, yo también te quiero mucho, muchísimo – Ya. Lo sé, ...
    ... madre; Pero sólo así, como madre, no como una mujer ama a un hombre. De eso, sólo padre disfruta – Bueno pues que te quiera como tu madre que soy, ya es algo, ¿no te parece? Y que te quiera como te quiero, que ni imaginarlo puedes… Yago llevó sus labios a los de su madre, y la besó. La besó con pasión, con candente pasión, con la ardiente pasión que la libido, más que exaltada, genera. Besos eróticos, sensuales, muy, muy sensuales, colmados de sexual deseo. Y Ana se sintió mal, casi mancillada, sucia, por aquellos besos que no podía evitar; esos besos a los que no podía negarse, esos besos de lengua, en los que la masculina, serpiente invasora de su bucal intimidad, la rebañaba toda, ávida, golosa, sin poderla rechazar por el pacto a que llegaran. Al tiempo, mientras la lengua de Yago, disfrutaba de la lengua, la boca de su madre, sus manos magreaban los maternos senos Los acariciaba con franca torpeza no exenta de cierta brusquedad, apretándole, retorciéndole los pezones, estirándoselos, preso en la enorme excitación libidinosa que le dominaba; y Ana, ante eso, se sentía rara pues a un tiempo se sentía mal, dolorida, pero también notaba un cierto placer en lo que Yago le hacía Al rato, los labios de Yago abandonaron la boca de su madre deseosos de degustar aquellos senos que tanto en esos años deseara. Los lamió, los besó, los chupó, y succionó con ansia, hasta que, cada vez más embravecido, casi brutal ya, por la tremenda subida termo-pasional, ese anonadante deseo de hembra ...
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