EN UN MUNDO SALVAJE (2)
Fecha: 02/08/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... unión, sólo de cuando en cuando; ella, entonces, le consolaba en su bajón de ánimo, de su propia estimación, diciéndole que “eso” no era tan importante; que lo importante era su amor y que también podían amarse con sus besos, sus caricias; que ya llegaría el nuevo día; la nueva madrugada. Mas los "inconvenientes” fueron menudeando, más y más, hasta ser los más de los días, hasta ser casi a diario; Juan dejó de quejarse, cabrearse, en tales contingencias, para sumirse en hosco silencio, llegando a rechazarla cuando ella se le acercaba a besarle, acariciarle, intentando darle algo de sosiego a su atormentado espíritu; se encerraba en su tormentoso silencio, adusto, seco, lejano de ella, para acabar levantándose y alejarse de allí, de su mujer, sin volver la cabeza, sin despedirse, hundido en su miseria Y en ese desesperante día a día, en el que casi nunca sabía bien a qué atenerse con su Juan, llegó la primera madrugada que no le encontró esperándola. Ella le aguardó, esperanzada en su arribo, pero también temerosa de su defección, hasta que el sol comenzó a imperar, implacable, sobre el espacio, aniquilando las últimas sombras nocturnas Sólo entonces desesperó de que él llegara. Desilusionada, algo frustrada y temerosa, en un temor indefinido pero que le amargaba el existir, preocupándola, pensó, lo primero regresar a casa y hasta emprendió el camino que hasta allá la llevaba, pero según caminaba, menos ganas de llegar tenía. Aunque brillara, y majestuoso, el sol por el ...
... horizonte levantino, sabía que aún era muy pronto, muy, muy temprano, con lo que Yago, sin duda, aún estaría en la casa, acostado, además, durmiendo lo que en la precedente noche no durmiera, batallando a todo batallar con ella, y, la verdad, en aquellos momento, si a alguien en manera alguna deseaba ver, ese era su hijo, con lo que, dándose la vuelta, desanduvo lo andado. Y, es que desde lo de los “gatillazos” de su Juan, las noches con su hijo se le empezaron a hacer insufribles, pasando a ser por entero ineficaz el “especial tratamiento” de su macho garañón, con lo que las cañas de ayer, hoy se tornaron lanzas(4). Desde que tal sucedía, Ana, cuando iba a su hijo, en verdad, lo hacía ya no en busca del placer que antes más que ansiara sino como su parte en el trato al que con Yago llegara: Mientras ella fuera mujer para él, y tanto tiempo como Yago quisiera, la vida de su Juan, estaría segura Por finales se tumbó sobre la arena playera, donde tantas veces durmiera abrazada a su Juan, añorándole, echándole de menos. Despertó pasado ya el medio día, casi a la una de la tarde; se sentó, en el mismo sitio en que durmiera, un tanto desorientada, sin saber bien qué hacer; finalmente decidió hacer lo que los demás días: Comió, paseó por la orilla de la playa, se tendió sobre la arena Llegó la hora en que debía volver a casa, para “atender” a su hijo, y por vez primera desde que estableció el “pacto”, no fue allá, sino que se quedó donde estaba, buscando el reparador descaso del sueño, ...