EL TORMENTO Y EL EXTASIS (2)
Fecha: 04/08/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues
... hable más de … • Sí se habla más. Y déjame continuar. Decía que te quede bien clara una cosa: Tú decidirás qué hacemos. O seguimos los cuatro juntos en casa como hasta ahora, o nos vamos de casa los cuatro, pues el primer día que no vengas a dormir a casa, salvo que me lo digas antes y me expliques causa convincente, a la mañana siguiente cojo a los chicos y me marcho. Tú decides qué se hace. Juanjo intentó razonar con su hermana, convencerla de que su decisión era la más conveniente, mas, finalmente fue él quien dio a torcer su brazo. Pero desde entonces la convivencia varió por completo pues Juanjo empezó a evitarla a ella, lo que implicó alejarse también de sus sobrinos. Desde entonces él apenas pasaba tiempo en casa, saliendo por la maña y no regresando hasta la noche, a veces casi de madrugada pues más de una vez y más de dos aparecía a las doce de la noche y no pocas más tarde. Cenaba casi siempre solo y se iba a su cuarto tan pronto acababa. Hablar, solo monosílabos, como aquel que dice Incluso había desaparecido la oportunidad de hablar mientras iban al trabajo, como antes, pues desde meses atrás la empresa había destinado a Juanjo a otra terminal, otro sector de rutas, por lo que no coincidían ya para ir a trabajar. Ítem más, por lo general viernes y sábados Juanjo no solía dormir en casa, de modo que desde el viernes por la mañana, cuando salía para trabajar, no aparecía por casa hasta ya la madrugada del domingo al lunes, entre las doce y la una, pasando pues, ...
... fuera de casa, las noches de viernes y sábados. Aquella situación traía a mal traer a Laura que, en verdad, echaba en falta aquél otro tiempo en que compartía amigablemente con Juanjo los ratos que ambos pasaban en casa, que eran cuantos no estaban trabajando ambos. Pero, con todo y con ello, cuando más se la llevaban los demonios era esos viernes y sábados que su hermano pasaba fuera de casa enteritos… Sí, eso era lo que peor llevaba, lo que de verdad la llevaba a encolerizarse casi hasta el paroxismo, cuando pensaba y se decía: “Y el muy imbécil, gastándose salud y dinero con sabe Dios cuántas y qué “pelanduscas”… Sí señor, “pelanduscas”, pues sin lugar a duda que eso es lo único que podían ser… Porque mujeres decentes no iban con tíos que acaban de conocer, pues, que ella al menos supiera, su hermano no tenía amistades femeninas con las que “pasar” noches enteras… “Pelanduscas”, “pelanduscas” y nada más que eso, “pelanduscas”… Luego desde el domingo por la noche, cuando por fin el “señor” se dignaba aparecer por casa y hasta el siguiente viernes Laura ponía a Juanjo un “morro” que ni la más celosa de las “santas” esposas sería capaz de mejorar… O de empeorar, según se mire… Y no se hable de las “puyitas” que la más que furiosa hermana dedicaba al, para ella, “cabrito” y más que golfo del hermanito. Luego, cada día el ambiente de esa casa ganaba sinnúmeros enteros en la metrología de enrarecimientos magnos, con lo que las caras largas y los semblantes casi asesinos eran el pan ...