Inmorales: debutando con mi tía
Fecha: 07/10/2017,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... ocurrió olfatear la fragancia de su flor, a unos 5 centímetros de su prenda. En ese momento un violento torrente de agüita espesa salió de mi pene, sacudiéndome el cuerpo como una hoja y atemorizándome un poco. No pude dar marcha atrás. Era semen con algunas gotas de pis lo que me ensució la mano, el slip y la sábana. Fui al baño todavía con la pija hinchada y vibrando a lavarme, y mientras pensaba en la rubia que decía mi tía buscaba serenarme. Romina no me gustaba aunque todos me cargaran con ella, solo porque éramos los mejores alumnos.
Pronto estaba desayunando con Melina y mi madre, que coleccionaba ojeras y malhumor en su rostro. Yo no podía concentrarme más que en las tetas de mi tía, ya que tenía una camisita desprendida y sin corpiño. Mi madre preparó el almuerzo y después del postre mi tía convenció a mi madre de que tome una buena siesta. Levanté la mesa, Meli lavó los platos cuando mi madre ya cerraba la puerta de su dormitorio, y apenas me subí a la bici para dar unas vueltitas por el barrio mi tía me llamó en voz baja pero con urgencia.
¡Gabriel, bajate ya de ahí y vení para acá rápido!
Seguí sus pasos que se detuvieron en la entrada de su cuarto.
¡entrá y bajate el pantalón!, me ordenó enfática mientras trancaba la puerta con una piedra. Lo hice a pesar de los pudores por la erección de mi pija que reaccionó sin más. Se me acercó y se quedó en tetas. Se agachó y olió mi calzoncillo. Luego me agarró de una oreja para que me ponga de pie y mire la ...
... sábana.
¡mirá lo que hiciste ayer chanchito, eso es semen, os ea que te pajeaste!
Yo no podía hablar siquiera.
¡sentate y tocate el pito, dale que quiero verte!, me dijo mientras me quitaba la remera. Lo hice con un terror invadiendo mis músculos, y al rato Meli me dejó completamente desnudo. Sentí un escalofrío letal cuando acercó su cara a mi pene, y más cuando su lengua lo rozó, su nariz se impregnó de su aroma, sus dedos punzaron la punta, sus labios me colmaron la panza y los huevos de besos ruidosos y, cuando su larga cabellera caía sobre mi pubis.
Todo hasta que otra inevitable fuga de agua más espesa que antes le enchastró las manos a la tía, quien pareció disgustarse. Me dio una cachetada, me zamarreó diciendo:
¡sos un asqueroso de mierda pendejo, pero me encanta!, y me echó casi a las patadas. Me había dejado en calzoncillo merodeando por la casa, hasta que se me ocurrió ir al patio.
Hacía mucho calor, pero en mi mente el incendio era mayor, y más cuando di con la ventana de la tía. La vi tumbada en la cama, con la misma bombacha de la noche anterior, apretándose las tetas con una mano, lamiéndose los dedos de la otra, respirando agitada, moviéndose como sin saber detenerse y mordiéndose los labios. De repente se puso boca abajo y todo lo que hacía era deslizarse furiosa por la cama, darse nalgadas y babear la almohada. Pronto escuché un quejido con sabor a alivio, y en cuanto se levantó pude ver que sus ojos brillaban, que su cuerpo mareado tiritaba ...