Secreto a cuatro voces
Fecha: 08/10/2017,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Sirena y Triton, Fuente: CuentoRelatos
... de Carolina. Ambos se miraron y en un ataque de ganas, comenzaron a besarse como si nadie más estuviera cerca. Sus lenguas se mezclaron en un torbellino. Carolina, más pequeña de César, aprovechaba que estaba sentado para alcanzarle la boca. Con su mano derecha le agarró el pene por encima del pantalón, sin separar su boca de la de César.
Al ver la situación, Tamy, que tenía fantasías sexuales diversas desde hacía tiempo, se levantó, se acercó a Roberto y de pie comenzaron a besarse. Se abrazaron, se acariciaron, y en ningún momento dejaron que sus lenguas se separaran. Ambas parejas actuaban como si la otra no estuviera ahí. Roberto aprovechó de tocarle las nalgas a Tamy, aunque no tiene un trasero muy voluminoso o redondo, en algunas oportunidades había fantaseado con él.
Carolina separó su boca de la de César por un instante, sólo para que sus pequeñas manos pudieran abrir el cierre de su pantalón. Siguió besándolo y metió su mano derecha en la bragueta, logrando bajar su bóxer y tocarle el pene directamente. Lo masturbó por unos segundos, y notando que estaba bastante erecto, lo sacó del pantalón, separó sus labios de los de César y comenzó a lamerlo y chuparlo. Le daba una felación con una ansiedad enorme.
Mientras tanto, Roberto ya le había quitado los pantalones a Tamy. También sus pantis. Estaba arrodillado frente a ella, mientras esta tenía el pie izquierdo en la silla y el derecho en el suelo, para dar chance a que él le pudiera acariciar la vagina con ...
... su lengua. Roberto no necesitaba esto para que se lubricara, desde el principio estaba muy mojada. Nadie decía nada, sólo se oían gemidos y algunos pequeños gritos. Tamy se movía compulsivamente, mientras Roberto aceleraba por momentos el ritmo. Y en unos pocos momentos ya había alcanzado dos orgasmos.
A escasos dos metros, en la cama, cuando Carolina, comenzó a oír que los gemidos de César se transformaban en bufidos de toro, dejó de chuparle su pene. Se irguió lentamente, y como César ya estaba acostado en la cama, se le acercó al oído y le dijo: "vamos a quitarnos la ropa". El se levantó y se quitó la ropa, con toda la rapidez que pudo. Al verlo desnudo, Carolina le pidió que la ayudara a quitarse la suya. César muy diligentemente comenzó a quitarle todas las prendas: la camisa, el brassier, los pantalones; y de tanto en tanto aprovechaba para tocarle los pechos, la espalda, las piernas. Cuando fue el turno de quitarle las pantis, el hecho de sentirla tan mojada, hizo que fuera un tanto más rústico en esta tarea, e incluso después de quitársela la empujo suavemente, pero con firmeza, hacia la cama, quedando ella boca arriba con sus piernas algo abiertas.
Carolina como pudo, al verse manoseada de esa manera, con su mano derecha tomó uno de los preservativos de la mesita de noche y se lo dio a César. El se lo colocó como por arte de magia, se colocó en posición y la penetró con bastante ansiedad. No habían pasado más que unos momentos y ya Carolina había alcanzado dos ...