1. Fuera de temporada


    Fecha: 29/08/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Mabel había bajado a desayunar. Era corto pero hubiera parecido casi casto… por delante. Porque por detrás se abría un escote que dejaba toda la espalda al descubierto… bueno, la espalda y algo más. Casi se le veía el inicio del culo, así que tenía que llevarlo sin sujetador. Dimas pensó que habría alegrado la vista a todos los hombres que hubieran estado en el restaurante a la hora del desayuno. La espalda de Mabel, la ladera hacia el placer.
    
    El vestidito, sin embargo, duró poco. Mabel le propuso ir a la playa. Quería hacer surf. Como ella ya había desayunado se fue antes. Dimas bajó solo mascullando su mala suerte: “la traigo a la playa de Cofete y a mi mujer se la meten”, refunfuñaba para sí. Pero lo cierto es que la nueva Mabel, le gustaba… le gustaba en la cama y le irritaba y encandilaba al mismo tiempo fuera de ella. Mabel había protestado el día anterior en el aeropuerto por lo escueto de su atuendo, pero hoy había bajado a desayunar como si nada con un vestidito que le dejaba medio culo al aire. Algo estaba cambiando.
    
    La playa estaba casi desierta pese a la buena temperatura. A unos 200 metros había unos surfistas. Uno de ello intentaba hace algún tipo de acrobacia y los otros dos le grababan con una Go-Pro y una Steadycam. No había muchas olas.
    
    Mabel llegó desde el otro lado. Un capazo al hombro y una tabla de surf debajo del brazo.
    
    –Me he comprado esta camiseta en la tienda de surf de allí al lado.
    
    –¡Hola, chicos! –gritó y el de la Steady la saludó ...
    ... con la mano a lo lejos– Son los chicos de la tienda de surf, han sido muy amables. Me han recomendado esta camiseta para hacer surf. Y me han dejado la tabla sin pagar.
    
    A Dimas no le extrañó que le hubiesen prestado la tabla gratis. Lo que le sorprendió es que le hubiesen cobrado por la camiseta, dado que ésta le quedaba de muerte, blanca, hasta el ombligo, con un fuerte componente de licra o algo así, de lo ceñida y apretada que le iba. Combinada con la breve braguita brasileña del bikini negro, su imagen eran más que impactante: era de calendario de taller mecánico.
    
    Dimas iba a meterse en el agua con ella, pero a esa hora de la mañana todavía estaba muy fría. O tal vez fuera cosa de la temporada baja. Así que decidió permanecer en la orilla y ver como su mujercita se la componía con el rompiente.
    
    Las olas no fueron benévolas con la pobre Mabel. Al contrario, ella también notó el agua helada y con cada ola no hacía más que lanzar agudos chillidos que resonaban en la playa vacía y no hacían más que llamar la atención ¿de forma involuntaria? del alejado grupo de surferos. Al final no pudo mantenerse sobre la tabla prestada ni unos segundos.
    
    Cuando salió del agua, su amantísimo esposo la ayudó con la tabla. Al momento se arrepintió. Sin ella no tenía nada para taparse y la camiseta blanca se había vuelto transparente, dibujándole aquellas tetas sobrenaturales con toda nitidez.
    
    –¡Dios, es peor que si fueses desnuda!
    
    Y así lo debieron percibir los cuatro surferos ...
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