1. En la sala X del sex shop


    Fecha: 29/08/2020, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi primera visita al sex shop no resulto la única y desde que descubrí ese cuarto en la que se me apareció esa enorme polla negra suspiro por volver a reencontrarme con ella.
    
    Imagino que alguno puede pensar que soy una zorra a la que le encanta chupar pollas y quizás no le falte razón…pero de alguna forma debo confesar que cuando se prolongaban las ausencias de mi marido y me quedaba sola en casa navegando por internet, mis deseos por sentir una polla entre mis manos o en mis labios…me provocaban una ansiedad difícil de controlar y que en el anonimato de ese cuarto intentaba apaciguar.
    
    No tenía la sensación de hacer nada malo ni de estar traicionando a mi marido, aunque supongo que si él lo hubiera sabido no le hubiera gustado lo que yo hacía.
    
    En ese cuarto no se cruzaba ninguna conversación, no existían sentimientos, no había la posibilidad de ofrecer o recibir ningún beso…tan solo se producían suspiros, gemidos de placer y a lo sumo alguna expresión que relevaba el momento de excitación que compartía con un desconocido que se encontraba en el otro lado de la pared y que nunca llegaría a conocer.
    
    Cuando me resistía y me quedaba en casa jugaba con un consolador que había comprado en ese mismo lugar y que es tremendamente parecido a una polla de verdad, su forma, su textura… es como si estuviera jugando con una de verdad.
    
    En mis fantasías, me gusta imaginar que esa polla aparece ante mis ojos como en ese cuarto y me pongo muy caliente metiéndome el consolador ...
    ... en la boca como si estuviera mamando una polla de verdad…aunque eso lo que verdaderamente me ocasionaba era más ganas de tener una polla de verdad con lo que finalmente no podía resistirme a la tentación y terminaba saliendo de casa para encontrarme con una nueva polla desconocida.
    
    Supongo que no debo ser la única mujer que guarda secretos de ese tipo y como he intentado explicar no tengo la sensación de haber hecho nada malo o haber hecho daño a nadie.
    
    Sin embargo, en una de esas ocasiones en las que me encontraba caliente en casa y me resistía a visitar el “glory hole”, una nueva idea empezó a surgir en mi cabeza al recordar que ese local tenía otros espacios que todavía no me había atrevido a descubrir.
    
    La idea de visitar de nuevo el sex shop y descubrir lo que ocurría en la sala de proyección de películas X se fue convirtiendo en una obsesión y un deseo irrefrenable al que finalmente sucumbí.
    
    Debo de confesaros que me invadía una mezcla extraña de excitación, curiosidad, vergüenza y también algo de temor por no saber lo que podría encontrarme. Quizás por ello decidí ponerme una peluca rubia que había utilizado en alguna de las fantasías que había compartido con mi marido y vestirme con ropa con la que no llamara la atención, una falda larga y holgada con un jersey de cuello alto y una gabardina muy apropiada para una tarde otoñal.
    
    Al llegar al sex shop intenté comportarme como una compradora ocasional paseándome por las distintas secciones e intentando no ...
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