Anita de tus deseos (capitulo 15)
Fecha: 05/09/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos
El día siguiente fue extraño: muy extraño. Recordaba los últimos tres días como en un sueño intenso, pero el dolor de la piel, y sobre todo de mi zona vaginal, me confirmaba que todo había sido muy real.
Me costó una barbaridad salir de la cama yo sola sin la ayuda de papá. Un par de horas antes desperté con su polla en la boca, mientras con el móvil daba instrucciones a su secretaria: su rutina habitual. Siguió en mi boca hasta que se corrió, posiblemente porque era consciente de que no tenía el chocho para fiestas. Cuándo se corrió, cómo siempre me lo tragué, y a los pocos segundos sentí, no sin dolor, cómo me aplicaba algún tipo de crema en la vagina. Siguió aplicando dónde tenía las marcas más pronunciadas, y finalmente, me tragué un par de comprimidos, me dio un sonoro azote en el trasero, me arropó, apagó la luz y se fue a trabajar.
A media mañana, estaba cómo una campeona intentando bajar las escaleras, agarrada con las dos manos al pasamanos. A medio camino, recordé que me había dejado el móvil arriba y resoplando di media vuelta y empecé a subir. Al cabo del rato, sudando cómo una cerda llegué al salón. Tuve que sentarme en una silla para descansar, y desde allí, repase el salón. ¡Joder! Tenía que barrer, pasar el trapo del polvo y algunas cosas más, pero no me sentía con fuerzas. Tampoco quería que papá me regañase por no hacerlo, y con dificultad me volví a levantar encaminándome a la cocina. Sonó el móvil y rápidamente, apoyándome en todos los muebles ...
... que encontraba a mi paso, regresé al salón dónde lo había dejado. Era papá.
—¿Si papá?
—«No hagas nada y descansa…».
—Pero hay cosas que hacer.
—«Ya me has oído».
—Vale papá, cómo digas.
—«Muy bien. Presta atención: va a ir a verte un amigo mío que es médico. Creo que ya te he hablado de él. Te va a hacer una revisión: sobre todo la vagina que es lo que peor tienes».
—Papá, yo creo que no hace falta, —dije no muy convencida. Toda la zona genital me dolía una barbaridad, pero me aterrorizaba la idea de un desconocido, por muy amigo de papá que fuera, estuviera hurgándome ahí sin estar el delante—. Seguro que en un par de días…
—«Anita, no me discutas. Va a ir, te va a mirar y se ha acabado. ¿Entendido?».
—Si papá: cómo tú digas.
—«Muy bien. Le tienes que pagar: ya me entiendes».
—¿Y cuánto…? —paré la pregunta porque me di cuenta de a que se refería papá—. Si papá, cómo digas.
—«Muy bien: buena chica. Obedécele en todo. Espero que no me vuelvas a defraudar».
—Nunca más te voy a volver a defraudar, papá.
—«Perfecto. Llegará cómo en una hora: procura estar preparada» —y no pude decirle que si porque cortó la comunicación.
Pensé en subir al baño a ducharme, pero desistí de la idea: no me veía con fuerzas para subir la escalera y volver a bajar a abrir la puerta. Me notaba un poco tensa, iba a ser la primera vez, que iba a estar con otro hombre que no era papá, sin estar el presente. Instintivamente, me llevé la mano al chocho: deseaba ...