Los juegos de mi madre
Fecha: 07/09/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: delnorte1, Fuente: RelatosEróticos
... inocentes, y me lo pasaba muy bien. Ella era más alta que yo, y más fuerte, y siempre me podía, claro; me abrazaba como una boa y me inmovilizaba, se ponía encima de mí y simulaba asfixiarme; clavaba sus tetazas encima de mi pechito, sentía todo el peso de su cuerpo, me sujetaba fuerte los brazos en cruz contra la cama, y yo disfrutaba de aquello. Jugábamos a hacernos cosquillas, adivina qué número te dibujo en la espalda, cosquillas en los sobacos, el cuello, en mi pechito, en mi barriguita… Yo la tocaba por dónde podía, o por dónde me atrevía, la timidez de un niño…
Me llenaba de besos, de vez en cuando me daba un pico, o me decía – “Bésame en la boca, cariño”. Recuerdo los besos en la boca de una sensación más agradable que los otros, de un cosquilleo intenso y enorme, me gustaban…
En las luchas y en los forcejeos, en las sesiones de cosquillas, que podían durar un buen rato, yo sentía sensaciones extrañas y agradables a un tiempo. Yo dormía en calzoncillos, o pijama, según, y a veces ella bajaba la mano y la deslizaba por mi paquete, por encima de la tela del calzoncillo o del pijama. Aquello me encantaba. Ella se reía, me cosquilleaba ahí, se reía… A veces incluso metía la mano por debajo del calzoncillo para agarrarme mejor la picha… y se reía…
Recuerdo en aquellos lances, mi corazoncito martillear fuerte en el pecho, temblar yo un poco del gusto, reírme, acariciar yo a la vez sus muslos… Recuerdo siempre mi reacción instantánea de cosquilleo y gusto enorme ...
... de niño. Ella se reía, y me besaba la boca a la par que tiraba hacia atrás de la piel de mi picha, me tensaba el frenillo, me hacía cosquillas en la picha que me encantaban; a veces se bajaba un poco más la mano –“Uuy, mi nene…”- y me cogía los testículos, me los apretaba suavemente, me los cosquilleaba, me los volvía a apretar un poco, más masaje, me daba un apretoncito o un tironcito – se reía – que me daba un poco de dolor y a la vez de gusto, luego volvía a subir a la picha, la trabajaba otro poco, luego sacaba la mano y lo dejaba. Nos dormíamos, yo feliz, y abrazado a ella, acariciaba sus muslazos duros, ella me abrazaba, sentía su perfume, sentía sus pezones duros apuntar el sujetador. A veces, estando dormida, se daba la vuelta inconscientemente y se acaballaba sobre mí quedando totalmente encima, pero yo soportaba toda la noche su peso, feliz, dulce castigo, respiraba como podía, hasta que ella daba otra vuelta.
Insisto, fueron tiempos muy felices. Por el día nunca se hablaba del tema, pero yo recuerdo todas las noches el martilleo de mi corazón, las sesiones, los juegos, las luchas, las cosquillas…
-“Cómo quiero a mi nene “-, “Mamá te quiere, te baña, te enjabona, te hace mimitos”-. Siempre seguía un orden o protocolo; las luchas y sujecciones, primero; apretaba su mano sobre mi cuello, suavemente, y simulaba asfixiarme. Se acaballaba encima de mí, sus tetazas, su peso, su cuerpo. Sentía meter su muslo contra mi entrepierna – “Arre, caballito”-, dándome ligeros ...