1. Esta me la pagas


    Fecha: 12/09/2020, Categorías: Sexo Oral Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... mundo, sin pararte a pensar en mí o en Jorge. ¿Recuerdas que por fin tengo un novio que me quiere, al que quiero?
    
    -Vale, vale, tía, perdona. No quería decir eso, aunque yo no se lo iba a contar a nadie…
    
    -Me largo. Aquí os quedáis. Si tan fácil es, ¿por qué no te montas un trío con los dos?
    
    Diez minutos después me las prometía muy felices cuando montábamos en el coche para volver a casa. Antonio a mi derecha, en el asiento posterior, mientras los tortolitos iban delante, acaramelados. El baboso siguió dándome conversación pero mis respuestas no pasaban de monosílabos.
    
    Las alarmas sonaron cuando cerca de mi barrio, el Mercedes se desvió tomando el camino de la playa. Pregunté dónde íbamos, mirando a Mamen, a lo que me respondió girando la cabeza hacia mí, que Quim quería enseñarle a su hermano las vistas desde el acantilado, que echaba de menos el mar pues en Madrid no tenía ese privilegio y ya hacía más de un año que no lo veía.
    
    Miré a mi amiga asesinándola, pobre de ti que pasemos allí más de cinco minutos, la amenazaron mis ojos, pero no lo vio o no me hizo caso, cada vez más cariñosa con su jefe al que me pareció que acariciaba por encima del pantalón mientras conducía.
    
    La verdad es que el lugar era precioso, más de día a mi parecer, pero la noche permitía ver todo el puerto deportivo y la cala sur iluminadas, así como el faro anunciando el final del espigón. Yo había ido muchas veces, sobretodo de adolescente, pues solíamos frecuentarlo buscando ...
    ... intimidad.
    
    Detuvieron el coche al final del camino, desde dónde podía divisarse el espectáculo luminoso y bajaron. Yo preferí quedarme en el vehículo, a pesar de la insoportable insistencia de Antonio. Mamen saltaba como una chiquilla a la que han llevado a los autochoques por primera vez mientras los hombres la secundaban hasta el límite del litoral. Al final resultará que acabará haciendo un trío, pensé asqueada.
    
    Pero si llevaba días con un mal pálpito, horas con muy malestar, ver a Antonio volviendo solo al coche encendió todas las alarmas. La parejita se había quedado al filo del acantilado, besándose apoyados al único pino que se atrevía a acercarse al mar.
    
    Cuando entró en el coche, los ojos de rata me confirmaron que iba a tener que defenderme con todas mis armas, pues aquello había sido una encerrona con todas las letras. ¡Ojalá resbaléis y caigáis al mar, cabrona!
    
    -Aquí estamos -me dijo al entrar en el coche acercándose a mí, ávido como un oso ante un tarro de miel. Le pedí que se detuviera, pues sus manos ya habían tomado mi muslo y su rostro se acercaba al mío. –Venga, ¿qué tiene de malo pasar un buen rato?
    
    -Ya te he dicho que tengo novio y no voy a engañarlo.
    
    -No se va a enterar, venga, no te hagas la estrecha.
    
    -No me hago la estrecha. Te he dicho que no –levanté la voz apartándole la mano de mi cintura.
    
    -A ver preciosa, -su tono era amenazante –si no querías nada, ¿por qué has venido?
    
    -Porque me lo ha pedido mi amiga, para acompañaros, pero no ...
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