La fantasía cumplida
Fecha: 20/09/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: Jullietta, Fuente: CuentoRelatos
... la misma altura. Diosss, ¡qué alto!
Con la mano le he indicado que se detuviera, para decirle después que se colocara a mi lado. Me miraba sorprendido, se movía despacio.
Mi mano ha ido directa a su entrepierna. El chándal era delgado, y he podido sentir con mucha claridad su miembro. He empezado a macerarlo, abriendo y cerrando la mano.
Entonces me ha mirado con los ojos desorbitados, y ha balbuceado unas palabras:
-“No, yo no dinero. Tú bonita, pero yo no dinero”-
Otra vez con palabras y gestos me he intentado explicar. Primero, llevándome el dedo índice a los labios: silencio. Después cerrando los dedos de la mano izquierda en tubo, y metiendo y sacando el dedo índice de la derecha en la cavidad resultante. Para terminar, diciéndole también con el dedo índice levantado y moviéndolo en sentido de péndulo, que no, que no quería tener sexo.
Me seguía cada gesto con cara de asombro.
Me he llevado el dedo índice de nuevo, a mi ojo, y después le he señalado su sexo. Que quería verlo….
Me había puesto hoy aquellos jeans que me vienen como una media. Esos que, para abrocharlos, me tengo que tender en la cama y levantar el trasero. Y arriba un jersey fino, de cuello en pico y manga larga. Blanco.
Para hacer entenderme y darme prisa, me lo he levantado por delante, dejando ver mi sostén, y después, cogiéndolo con la mano por su borde inferior, y encogiendo el pecho, me lo he subido por encima del pecho. Mis dos preciosas tetas han salido a la luz, en un ...
... movimiento de vaivén que se ha ido amorteciendo.
Su mirada ha cambiado. El asombro ahora se mezclaba con deseo.
-“Toca, vamos, toca con cuidado, tienes las manos sucias. No me manches el jersey. Tú tocas y yo toco aquí”- señalándole su miembro.
Me ha entendido, ya lo creo. Porque en un segundo se ha bajado el chándal hasta las rodillas.
¡Y no llevaba bóxer!
Ahí estaba, ante mis ojos: por primera vez ya no era una fantasía. Lo tenía delante. Un miembro de color…
Con cierto recelo, ha acercado mi mano, para agarrarlo, para sentir su tacto. Estaba suave, fino.
Siempre había pensado en un tacto rudo, áspero. No sé. Situaciones que de tanto imaginarlas, ya las das como por ciertas.
Mientras tanto, él avanzaba su mano hacia una de mis tetas, mientras que con la otra se aguantaba el pantalón de chándal.
Con una suavidad increíble, la ha depositado en cuenco, de bajo de mi teta. No es por decirlo, pero tiene un buen tamaño. Y está firme. Luego la ha levantado un poco, como si sopesara mi pecho.
Ha soltado el chándal y presto, ha hecho lo propio con mi otro pecho. Su tacto me ha estremecido. Y los pezones han respondido al instante como dos flechas atrevidas.
Mi mano ha empezado a bajarle la piel, a descapullar esa preciosidad oscura que no me cansaba de mirar. Y a subirla, para bajarla de nuevo. Más abajo. Cada vez más abajo, hasta el límite.
Y en cada movimiento, salía a la luz ese prepucio rojo, redondo, casi perfecto, que se iba humedeciendo con ...