La fantasía cumplida
Fecha: 20/09/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: Jullietta, Fuente: CuentoRelatos
... su efluvio pre seminal.
Me daban ganas de lamerlo…
-“Tú buena, muy buena”-
Y tanto, vaya premio que te había caído chico. Pero él también estaba muy rico, y ya ni me acordaba de la suciedad de sus manos.
Manos que amasaban con pericia mis tetas.
-“Ufff, nunca había masturbado a un negro, chico. Y mira que lo había soñado veces”-
No creo que me haya entendido. Estaba absorto mirando mis pezones erectos.
Pezones que ha empezado a acariciar con los dedos índice y pulgar de cada mano. Sin apretar, de una forma que me ha parecido una auténtica delicia. Mi sexo lo corroboraba. Me estaba empapando.
Entonces le he imprimido más ritmo a mi vaivén sobre ese falo que presentaba ya un tamaño envidiable. Me he detenido por un instante para acariciar sus huevos. Y ha suspirado con fuerza.
Otra vez a masturbarlo, primero lento, para ver bien su punta. Y después más acelerado.
Más, mucho más. A velocidad de vértigo. Y apretando abajo fuerte, para descapullarlo entero.
Gemía.
Y yo jadeaba con esa presión rotatoria tan deliciosa que le aplicaba a mis pezones
Su boca se ha abierto y sus dientes blancos parecían iluminar la escena.
-“Voy, voy, acabo...”- me decía entre suspiros
-“Vamos, vamos, quiero ver salir ese semen, nene”-
Estaba enloquecida. Con mi sexo empapado, y mis pezones sumisos a esos dedos que me los retorcían al límite entre el placer y el dolor.
Tan absorta estaba que casi no acierto a ver como emana ese chorro caliente que, ...
... describiendo una parábola casi perfecta, se acaba estrellando contra el suelo, pasando justo por mi lado.
Le doy con más fuerza, pero aminorando la velocidad. Y salen dos chorros más, mientras jadea y cierra los ojos.
Mis ojos no se separan de esa punta donde aflora una última gota del líquido seminal.
Y no puedo resistirme. Me agacho y le paso lentamente la lengua, para llevarme esa perla brillante hacia mis adentros.
Me ha soltado los pechos. Y apoya sus manos en la pared.
Busco en mi bolso, todavía con el jersey subido y mis tetas bailando. Y saco un paquete de toallitas húmedas.
La primera se la paso por el miembro. Le coloco la mano debajo y me esmero en secarlo. En dejarlo bien limpio. Son unos segundos que nunca olvidaré. De una sensación indescriptible, que no soy capaz de definir con palabras. La tenía aún firme, en mi mano, y recuerdo como grabado al fuego el contraste entre el color de su piel y el de mi mano.
Levanto la cabeza y le sonrío. Me sobrepongo atorada, y utilizo otra toallita para limpiar mis pechos, que tiene notables huellas de sus dedos manchados de la herrumbre de los hierros.
Me repongo las prendas, y, señalándole la puerta, escaleras abajo le digo:
-“Vamos, vamos, vete”- mientras agito mi mano hacia la salida, para indicarle con gestos.
Duda, no sabe qué hacer, pero poco a poco va bajando los escalones de medio lado, mirándome mientras balbucea:
-“Tu gracias, bonita, yo hombre mucha suerte”-
Me has hecho cumplir mi ...