1. Tía viuda por el viagra: (1) finde, sexo a full


    Fecha: 21/09/2020, Categorías: Incesto Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    Este relato tiene la huella en carne viva de una relación tan ardiente como inesperada, es que la realidad no necesita justificarse para parecerlo.
    
    La necesidad de escribirlos es la forma que me permitirá entender y desentrañar el cómo y el porqué, poner los hechos en perspectiva, entender que no fue un agradable sueño, sino la deliciosa realidad que transcurrió en ese fin de semana santa en la costa atlántica.
    
    Desde mi infancia pasamos el verano en una localidad marítima de la costa atlántica argentina, conocidos y amigos a los que retornamos cada verano o finde de esos largos, hasta tenemos un pariente relativamente cercano, tanto que a la esposa del primo de papá, Elina, recibía el trato y título de tía.
    
    Elina, la señora en cuestión, es una bella mujer, como de cuarenta y algo…, desde siempre acaparó mi atención y la de los hombres de la familia, por lo dulce, además por ser una mujer muy bella. El primer comentario que me quedó registrado fue de cómo “una mujer tan hermosa y simpática podía estar casada con el primo, bastante tosco y trato poco agradable, sobre todo mayor como para poder ser su padre”. Recuerdo que cuando nos enteramos que se había casado motivo el obvio comentario de “qué le habrá visto al tano?”, el primer comentario, bien grosero, - lo habrá visto mear, - O la cuenta bancaria…
    
    Desde siempre fue objeto de mi admiración, deseos y hasta motivo de alguna secreta “manualidad”.
    
    En estas vacaciones nos encontramos con la triste novedad que el ...
    ... señor había fallecido. Dicen que veinte años no es nada… el tiempo pasa, las diferencias de edades se acortan, ella es una mujer madura pero es como si la belleza de mujer hubiera dado un salto de calidad, las malas lenguas dicen que “la viudez le sentó bien”, seguramente salirse de la tutela de un tipo tan osco había mejorado la forma de sonreír y otros comentarios más intencionados circulaban en los chismes locales.
    
    El verano lo habíamos pasado en otro lugar, pero ese finde largo volvimos a nuestro lugar del verano. El día siguiente la familia había decidido pasarlo en la termas marinas, como no tenía ganas de ir, mi suegro quien se encargó de llevar a su esposa y a la mía, fui un rato a la playa y de regreso pasé por el autoservicio de la tía Elina para comprar vino.
    
    Casi era el momento de cerrar, los dos empleados se despiden de Elina, me pide que le ayude a cerrar que ella va por el vino blanco.
    
    Era ese momento donde todo está en calma, que se dio para la charla afectuosa, las preguntas obvias por la familia y sin darnos cuenta en un par de minutos estábamos en una conversación que había llegado a esos inesperados espacios de intimidad y confidencias.
    
    Sabiendo que estaba solo, me propuso subir al apartamento del piso superior que en otros tiempos rentaban por temporada pero ahora solo lo usaban para dormir la siesta en horario de cierre.
    
    – Vamos, yo hago las hamburguesas, vos descorcha el champán. La tía invita!
    
    El afecto, las carencias afectivas de la ...
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