LA CONSULTA (parte 3 Gran final)
Fecha: 28/09/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: sexonavegante, Fuente: RelatosEróticos
... poco sobre ella, y ella abrió más sus piernas como una mariposa. Sus piernas abiertas de para en par me dejaron todo el espacio para dejarle caer toda mi dura tranca hasta el fondo de su vagina. Mis nueve pulgadas de carnosa verga la estaban matando de placer hasta topar sexo con sexo. Sus manos rasguñaban mi espalda de desesperación, todo su sexo estaba completamente mojado y mi verga entraba y salía arrancándole placenteros y dolorosos gemidos. Mis caderas aumentaron de ritmo, cada vez más, con más fuerza, con más profundidad. Mi cuerpo era una locomotora desbocada y sin poder detenerla arremetía vigorosamente contra su caliente panocha, hasta que por fin . . . un grito salió desde su alma . . . –aaahhhhggggggghhh- . . . la doctora se estaba viniendo de nuevo, sus jugos saltaban desde su panocha salpicándolo todo en cada arremetida. Su agitada respiración se confundía con la mía. Su panocha recibía una y otra vez el duro tronco en sus entrañas y todos sus jugos se derramaban brotando a chorros de su vagina. Sin parar de cogerla me prendí sobre ella mamándole un pecho mientras un chorro de semen salió disparado a su vagina, y otro, y otro más.
-Ooooohhhhgggg- . . .un gemido ahogado de mi voz se mezcló con sus gritos eróticos al venirme. Y entre más bombeaba mas jugo ...
... brotaba de su ardiente vagina, hasta que por fín fue aflojando sus fuerzas. Su orgasmo había sido tan intenso que quedó totalmente agotada y jadeante . . .pero bien cogida. Y así permanecimos un poco más, hasta que todo se normalizó en nuestros cuerpos, la llené de besos y ella no dejaba de besarme agradecida del rico orgasmo que la había hecho sentir. Todo su ser había vibrado en mis brazos y yo también con ella, y eso era un hermoso regalo para ambos. No sé cuanto tiempo permanecimos juntos sobre la camilla, pero fue el tiempo suficiente para decirnos a besos que a partir de ese momento nuestra vida sexual se escribiría con el calor de nuestros cuerpos.
Con mi pene aún erecto, saqué mi pene de dentro de ella. La cargué y la deposité suavemente sobre la alfombra de su consultorio. Mi pene goteaba triunfante y mis piernas temblaban. Busqué mi pantalón que había quedado en la salita de la entrada. Me vestí, ella se acomodó su ropa y salimos juntos de ahí. Se abrazaba de mí en todo el camino.
-No puedo creer lo intenso que fuimos- me dijo ella, -creí que nunca volvería a gozar como lo hicimos- agregó dándome un beso. Cuando la dejé en su casa quedamos de vernos al día siguiente, pero su trabajo se lo impedía así que le envié unas flores y nos vimos hasta el fin de semana.