Hanna Müller
Fecha: 01/10/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... ansiado sí a Gustav.
Pero es que en 1942, tras más o menos dos años de ambos “pelar la pava”, a Gustav le enviaron una notita del Distrito de reclutamiento de Berlín recordándole que al siguiente año 1943 cumplía sus fatídicos 21 años y el Heres, el Ejército, quería hacer de él un auténtico hombre, vistiéndole de “gris de campaña”, con mosquetón Máuser incluido en el lote, amén de enviarle a las estepas rusas a llevar a esos andurriales la milenaria cultura germana y aria, por supuesto, a tiro limpio y tiro de nuevo porque me toca.
Así que tras lo emocionante y más que romántica que a Magda le pareció la boda de su amiga Hanna la misma víspera de que su novio tuviera que ir a pegar tiros por media Rusia y aledaños, a diestro y siniestro además, su magín empezó a cavilar que era una vida suya, hasta que un buen día le planteó al ya menos pipiolo de su novio Gustav que, para que la Gran Patria Alemana le hiciera hombre vistiéndole de heroico soldado alemán faltaría más, mejor le hacía ella hombre y, en justa correspondencia, él a ella mujer, en forma harto más placentera y descansada, aunque lo del descanso más bien que ya se vería, pues hay cada puesta de largo como hombre y como mujer que se las traen.
En fin, que en vísperas de las navidades 1942/43 las familias y amistades más íntimas de Magda y Gustav fueron de boda al casarse la pareja de tortolitos, entregándose ambos desde ese mismo día a lo de hacerse ella a él hombre y él a ella mujer con más que brioso ...
... entusiasmo. Y así pasaron esos días de vino amor y flores hasta que allá por Abril de 1943 llegó también su última noche… Su última noche de amor y entrega mutua. Fue una noche rara. Una noche en la que los dos lloraban; sí; lloraban a lágrima viva, pero qué dulzura de besos, qué morreos más, más… Pasionales… Fue un noche de amor furioso… Violento casi… Parecía que más que amarse deseaban desgarrarse el uno a la otra… La otra al uno… Desgarrarse amándose, amarse desgarrándose, con casi, casi que caníbal frenesí… Como si la vida, la tierra entera no tuviera mañana… Como si, tan pronto esa noche acabara, con ella todo se acabaría y nunca más volvería a ser nada igual… Como si la noche no traerá nunca más luz de alborada, de nuevo día, sino otra noche eterna, desgarradora, destructora, empezaría tan pronto esa última noche de paz y amor concluyera.
Gustav marchó al Frente Ruso y allí desapareció, engullido por la inmensa estepa rusa que parece que nunca se acaba… Tragado por la guerra. Pero Gustav, realmente, no desapareció, pues entre mediados-finales del 44 el OKH informó a Magda que su marido, Gustav, estaba en poder de los rusos, prisionero. Sí, prisionero, pero a todas luces vivo, con lo que, más seguro que incierto, un día sí que volvería a ella, más o menos sano pero indudablemente salvo. Eso a Hanna, la verdad, no le pasaba. En ella, realmente, en absoluto había seguridad respecto a la integridad de Herman, su marido. Todo a tal respecto, en ella, era esperanza; fe ciega ...