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La visita de un primo y sus amigos
Fecha: 07/10/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... introducir mas fácilmente. Se repito el argumento, definitivamente eran chicos de costumbres metódicas. Aun tuvieron tiempo de repetir una vez mas cada uno. Y ahi se les cerro el grifo. Nos había mas balas se tumbaron en los sofás y se durmieron como solo lo hacen los bebes. Mientras Enrique y Eva seguían con su juegos, su mete saca sin fin, el espectáculo se había vuelto monótono. Aunque ellos seguramente no dejaban de disfrutar sin limites. La cabeza me daba vueltas, me preguntaba como había podido dejar que esto ocurriera. De repente caí en la cuenta que también andaba por ahí su primo. Lo vi todavía sentado en el sillón, del que parecía no haberse movido. Su bañador tenia una enorme mancha de humedad y tenia una cara... bueno la misma que debía de tener yo. Como preguntándose: esto que coños ha sido ¿un sueño? Mejor dicho una pesadilla pensé. Ahí perdí un poco la noción del tiempo, miles de ideas revoloteaban en mi cabeza. Miraba los dos cuerpos fuertemente soldados pero sin ver en realidad nada. No se cuanto tiempo paso. Por fin mi chica paro, se retiro torpemente los cabellos negros que le cubrían la cara y se desacoplo. Un montoncito ...
... de semen se mantuvo en equilibrio apenas un suspiro en la punta de tan prodigiosa maquina, para al instante cayo pesadamente sobre la barriga del chico. Y allí se quedo haciendo un simpático montoncito. Eva incorporándose no perdió detalle de tan curiosa escena al igual que yo. Le mire su rostro. Estaba congestionado y unas babillas caían por las comisuras de sus dulces labios. Ese rostro suyo me era conocido, también nosotros habíamos tenido buenos momentos como aquellos. Y como por encantamiento volví a ver en ella la cara reconocible de esa persona a la que amaba. Ella se recostó al lado de enrique pero sin tocarle, acurrucada como un ovillo y pareció dormir. Pude dar un ultimo vistazo a su coño todavía exageradamente dado de si. Confundido salí del chalet, vague como perdido varias horas andando por la urbanización. Miles de ideas asaltaban mi cabeza. Ya de noche regrese a casa y todo volvió a la normalidad. A la vida tranquila de pareja y a los inocentes juegos de los chavales, que se habían convertido en hombres. Nadie me pregunto porque demonios había vuelto a casa en chándal, seguramente todo teníamos demasiado cosas que pensar esa noche.