1. Se entrega a mí por amor a su mamá


    Fecha: 12/10/2020, Categorías: Incesto Autor: Ulpidio_Vega, Fuente: CuentoRelatos

    Sé que a muchos podrá causarle estupor lo que a mí me pasó, pero los hechos tornaron inevitable el desenlace. Me llamo Nicolás, tengo 44 años y hace ocho estoy casado en segundas nupcias con Cecilia, dos años mayor que yo. Ella a su vez también viene de otro matrimonio y tiene una hija de 20 años. Magdalena, así es el nombre de esta chica bonita y educada. Se la pasa estudiando y no sale mucho. Es habitual escuchar cómo va rebotando a todos los que la llaman para invitarla. "Sorry, pero tengo que estudiar", siempre es la excusa.
    
    Cuando nos mudamos juntos, Magdalena tenía 12 años, era una niña inocente. Desde ese tiempo se vislumbraba que iba a tener un cuerpo espléndido, porque ya se le habían definido los pechos y tenía un cuerpo súper estilizado. La cuestión es que la chica se fue poniendo grande, pero esa inocencia con la que se manejaba no la inhibía conmigo cuando me descubría mirándola. Ella acostumbraba a vestirse con ropa suelta, unos shorts cortitos, siempre metidos en el culo. O musculosas sin corpiños. Ni hablar de las bikinis infernales que acostumbraba usar durante el verano, esas que sólo se tapan la rayita de la cola con una tirita diminuta. Tenía un lomo impresionante y unas piernas torneadas y largas, que le daban un aspecto de modelo publicitaria.
    
    Después de que Cecilia entró en una penosa etapa de menopausia, mi vida sexual se convirtió en un infierno. Paulatinamente fuimos dejando de sentir interés el uno por el otro y el mal humor se apoderó de ...
    ... casi todos nuestros encuentros. Magdalena, en cambio, cada vez estaba más fresca y ya tenía que contener mis erecciones cuando bajaba a desayunar en bombachita y musculosa, con el pelo atado y una cara de viciosa que sólo aparecía cuando estaba semi dormida. Cecilia trabaja en un consultorio médico y yo soy corredor de seguros, lo que me permite tener cierta libertad a la hora de definir mis horarios. Magdalena se iba todas las mañanas a la facultad y por las tardes cuidaba a unos niños para poder solventar sus estudios.
    
    El año pasado casi me sorprende masturbándome en el baño. Yo la estaba espiando por la ventana cuando ella se ponía bronceador al borde de la pileta. Ella advirtió mi presencia, pero siguió con su tarea. Se pasaba el bronceador con mayor lentitud, haciendo círculos sensuales con sus dedos por todo su cuerpo. Cuando creí que había terminado, me llamó. "Nicolás, vení un minuto, please". Yo estaba a punto de explotar y tardé unos cuantos minutos en tratar de que mi polla volviera a su estado natural. Cuando llegué a la piscina, Magdalena estaba de espaldas, con los breteles la parte superior de la bikini desabrochada y los dos brazos cruzados debajo de su cabeza. Desde el costado se veían sus pechos apretados contra la reposera. Su culo apenas estaba tapado por una tirita turquesa y se perdía en su entrepierna.
    
    "Nico, me pasarías el bronceador por la espalda", me dijo y yo me puse como loco. Traté de calmarme para no hacer una locura, pero a medida que fui ...
«1234»