La del vestido negro
Fecha: 14/10/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Almíbar73, Fuente: CuentoRelatos
Ocurre, a veces, que la monotonía, los problemas habituales y normales discusiones y un día a día tal vez demasiado uniforme y plano, exponen a una relación normal quizá no al fracaso, pero sí a miradas frías, a sentimientos algo más distantes y poca comunicación...
Era el momento de acabar con aquello.
Desde que la conocía sabía que era una persona a la que le encantaba el morbo y la provocación. A mí no me importaba para nada, es más, reconozco que me volví como ella en este aspecto, sino peor, y lo que más me gustaba, sabía que hiciera lo que hiciera podía confiar en ella, engañarme no figuró nunca entre sus prioridades.
Hacía un tiempo que no salíamos de noche, antes solíamos hacerlo viernes y sábados, también algún domingo, que era todo algo más tranquilo.
Recuerdo que una amiga suya, que trabajaba de gogó en una discoteca nos dijo que por qué no nos pasábamos por allí una noche, que el ambiente estaba muy bien, aunque sólo fuera a tomar una copa, saludarla e irnos a tomar por culo (solía hablar así), pero que por lo menos pasáramos a verla, un día cualquiera.
Era miércoles, y la semana no había sido mala, los nervios estaban aparcados y lo demás todo muy tranquilo. Decidí que era el momento de proponerle volver a salir, viernes, o sábado, o ambos días. Sabía que le haría ilusión tras semanas de no hacerlo y, además, era verano y viviendo cerca de la costa, con la marcha que había en aquella zona e incluyendo la propuesta de su amiga, aceptaría ...
... encantada.
Salir de noche era algo que la encantaba, en ese momento ponía en práctica casi siempre sus dotes más femeninas y además descaradas. Solía vestir bastante provocativa, con escotes muy sugerentes, algunas veces incluso exagerados, minifaldas excesivamente cortas, incluso algunas veces le encantaba de camino al coche o en el mismo pasillo de casa, llamar mi atención para enseñarme que esa noche no llevaba ropa interior, aunque eso hasta ese día no había implicado enseñar nada, la encantaba provocar, pero nunca enseñar descaradamente.
En el momento de proponerle salir ese fin de semana e ir a ver su amiga como opción no obligatoria, no puso ninguna pega, simplemente adiviné un brillo especial en su mirada de a quien le han prometido uno de los mejores regalos.
Durante los días siguientes se la podía ver probándose esto, quitándose lo otro, cambiándose lo de más allá, haciendo mil pruebas para estar a su propio gusto el sábado, cosa que me gustó, porque se la veía especialmente ilusionada en hacer algo distinto a todo lo que hacíamos últimamente, que era casi nada.
En cuanto a atuendo yo no me atreví a decir nada, nunca lo hacía y dejaba que fuera ella la que decidiera, llegó un momento en que suspiraba por aquello o lo otro, cuanto más exagerado mejor... Creo que me llegó a gustar más que a ella misma.
Y llegó el sábado....
Yo me vestí como casi siempre, bien, pero nada especial, simplemente más guapo de lo que ya soy por naturaleza. Ella me sorprendió, pero ...