Unos días calientes en Punta - Relatos Eróticos

Unos días calientes en Punta

... nalgas, mi cintura, mi espalda y finalmente sus dedos pellizcaron mis tetillas.Me tenía completamente caliente y, a pesar del dolor que me provocaba su verga, tiré mi culo hacia atrás, haciendo que me penetrara más…Poco a poco fue internándose en mi interior hasta que solté un gemido de sorpresa y le dije que sentía su pija en el fondo de mi recto.Empezó a moverse rítmicamente; a medida que pasaba el tiempo más placer sentía y más fácilmente entraba y salía su enorme poronga…“Lindo puto resultaste… y además me vas a entregar a tu mujercita…”Me dijo al oído, para después tirarme de la nuca hacia atrás y comerme la boca en un tremendo beso de lengua.“Me encanta tu culo apretado, Víctor… te gusta cómo te cojo…?”Yo estaba casi obnubilado y no pude ni siquiera responderle.Pensar que este turro se iba a coger a mi esposa me llenaba de morbo.De repente me sacó la verga y se sentó, ordenándome que me pusiera a horcajadas sobre sus piernas. Lo hice y él enterró su pija en mi ojete.Con mis brazos rodeé su cuello y nos fundimos en un ardiente beso.Comencé a cabalgar sobre él y me aferró por la cintura y tirando hacia abajo con todo, se enterró hasta lo imposible en mis entrañas. Acabé de inmediato. Sin tocarme, mi pija empezó a bombear chorros de semen que cayeron sobre el vientre de Fabio…Verme acabar a mí provocó el preludio de su propia venida. Me levantó apresuradamente y luego de ponerme de rodillas, empezó a pajearse frente mi cara. No resistí la tentación y me la metí en la ...

... boca, mientras con mi mano lo masturbaba…Durante unos minutos, Fabio me cogió por la boca; hasta que finalmente jadeó y, con un audible gruñido, llenó mi garganta de semen caliente…“Te gustó…?” Me preguntó el muy turro despatarrado en su silla.No supe qué contestarle. Obviamente había sido increíble, pero de pronto sentí vergüenza y culpa. Le supliqué que no se lo contara a nadie.“Esto queda entre nosotros; pero no te eches atrás con el otro trato…”Yo no pensaba intervenir si él quería cogerse a Anita. Lo único que podía hacer para ayudarlo en su intento, era desaparecer una tarde para dejarle a ella el camino libre.Sonrió exigiendo que hiciera eso al día siguiente; él se encargaría del resto. Le dije entonces que yo quería ver cómo se cogía a mi delicada esposa.Me preguntó cuánto tiempo hacía que yo no cogía con Anita. Le dije que yo andaba muy estresado y no habíamos cogido en toda una semana y me imaginé que ella estaría muy caliente y por lo tanto, muy receptiva para recibir esa verga.Cuando me di vuelta para dirigirme al pequeño baño de la oficina a limpiarme la leche que me cubría, Fabio me agarró por detrás y, acariciando mi pija, me preguntó otra vez si me había gustado cómo me había cogido…La reacción de mi verga le dio la contestación que él necesitaba y la reacción de su verga me anunció el inicio de otra espectacular cogida…Esa noche mi dilatado esfínter me dolía mucho y sentía un ardor tremendo en todo mi canal rectal. Todavía podía sentir las embestidas de ese hijo ...