1. El inquilino


    Fecha: 17/10/2020, Categorías: Infidelidad Autor: mirutalo, Fuente: SexoSinTabues

    ... muy fácil hablar de ciertos temas, y siempre encontraba la manera de relajar la tensión en esos casos. A partir de ese día las conversaciones entre nosotros eran todavía más fluidas, pero no se volvió a tocar el tema del sexo, por un tiempo. Hasta que en una de las semanas en que mi marido estaba de viaje, ya de noche, después de cenar, nos quedamos los dos solos viendo una peli en la tele. Casualidad o no, me tocó llevar para estar por casa el camisoncito de raso de la otra vez según los turnos de la lavadora. Esa noche me dolía bastante la espalda, había estado todo el día levantando peso, y si normalmente nos sentábamos los dos a la noche en el tresillo que quedaba justo enfrente de la tele, el uno al lado del otro, esa vez le pedí a Antonio que me dejase tumbar estirada en el sillón. Él hizo ademán de levantarse para sentarse en el orejero que normalmente utilizaba mi esposo, algo más ladeado, pero movida por la educación le dije que no me importaba permaneciese en el sillón conmigo, si a él no le importaba que le pusiera las piernas encima. -Claro que no me importa que me pongas las piernas encima- respondió a mi pregunta sin dejar de mirarme con el camisón puesto. Así que os imagináis la situación, él sentado en el extremo del sillón de frente a la tele, con un pantalón de pijama largo de esos a cuadros y en camiseta de algodón de manga corta, y yo tumbada a lo largo del sofá, con la cabeza en el otro extremo y con mis pies sobre sus piernas. El caso es que al llevar ...
    ... camisón mis piernas descansaban desnudas sobre su regazo, y para colmo al más mínimo descuido le enseñaba las braguitas. Di que se trataba de unas braguitas blancas de algodón de lo más normalitas, y por eso no le daba mucha importancia a que pudiera verlas en algún desliz. Como digo siempre, no veía más de lo que una enseña en bikini en la playa, y al haber confianza entre nosotros no encontré motivos para lo contrario. Permanecimos un tiempo en esa posición, en la que Miguel no sabía dónde descansar sus manos sin tocarme. Se le notaba inquieto y torpe por el contacto de mis piernas sobre su regazo, circunstancia con la que a mí me gustó jugar. La tele resultaba de lo más aburrida, así que llevados por el momento y la situación comenzamos a hablar de nuestras cosas. Al principio Miguel evitaba cualquier roce con mis piernas, no sabía dónde colocar las manos, estaba claramente incómodo, hasta que en un momento dado algo envalentonado :mientras contemplábamos al unísono como sus manos contactaban con la piel desnuda de mis muslos. Inconscientemente los dos esperábamos desde hace un rato que llegase ese momento. Al menos para mí fue una sensación electrizante. Era la primera vez que teníamos contacto físico en todo este tiempo, y además vino a producirse en una zona tan delicada como las piernas y los muslos. Ninguno de los dos quiso interrumpir la conversación y proseguimos como si fuera lo más normal del mundo. Con la naturalidad que Miguel le otorgaba siempre a este tipo de ...
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