Las tardes con perros
Fecha: 24/10/2020,
Categorías:
Zoofilia
Autor: Eduarda, Fuente: SexoSinTabues
Las tardes con perros Pasé muchas tardes con perros, relataré una que recuerdo. No fue ni la primera ni la última vez que fui penetrada por un perro, fue un día cualquiera, una de las tantas tardes con perros. Vivía con mi mamá y mi hermana mayor, no era fácil satisfacer mi deseo de ser penetrada por nuestro perro, debía aprovechar las oportunidades en las que me quedaba sola en la casa, o arriesgarme por las noches cuando todos dormían, o crear oportunidades. Entonces yo tenía 14 y el viejo perro unos 10 años. -Mamá, yo no voy a ir a almorzar a la casa de la abuela- le dije esa mañana de verano. -¿Por qué no?- me preguntó mamá. -Prefiero comer cualquier cosa y después ir al club a encontrarme con mis amigas. -La abuela te espera, almorcemos con ella y después nos volvemos. -No mamá, no hace falta que vos vuelvas, vos quedate, yo vuelvo sola y me voy al club hasta la hora de la cena- le dije temiendo que arruinara mis planes. Así fue, almorcé en la casa de mi abuela y regresé. Recuerdo el vestido minifalda que llevaba porque mi abuela lo elogió y dijo que con ese vestido y mis piernas volvería locos a los chicos y yo pensé que mi abuela, quizás, también fuera bisexual, incestuosa y cogiera con perros. Pensé: tal vez heredé tendencias sexuales. Nuestro perro era callejero, muy parecido a un ovejero alemán pero no tan grande, tenía el pelo menos largo, su pene era a la medida de mi vagina, me entraba perfecto, me abotonaba y me llenaba de leche. En la calle, junto a otros ...
... perros, se comporta como macho dominante. Cuando abrí la puerta de casa el perro me saludó moviendo la cola. -Hola, Beto. Hoy me vas a coger- le dije acariciándolo. Recuerdo que estaba nerviosa, ya lo había hecho muchas veces pero temblaba. Tenía muchas horas para estar a solas con Beto, decidí no apurarme, debía tranquilizarme. Cerré con llave y traba la puerta principal y la de la cocina, revisé todas las ventanas y me senté en un sillón. Vino mi perro y olfateó entre mis piernas abiertas. -Esperá Beto, ahora no, tengo que tranquilizarme- le dije al perro mientras lo apartaba con cariño. El perro comprendió y se acostó a mis pies. Hacía mucho calor, puse mucho hielo en un vaso y lo llené de agua, después de beberlo, sobre el hielo eché whisky, “Estás un poco nerviosa, nena, un whisky que te va a tranquilizar” me había dicho Fabián una noche y resultó, me tranquilicé y el hombre me dio por la vagina y por el culo. Regresé al sillón, con el vaso de whisky, encendí un cigarrillo, me descalcé, Beto comenzó a lamerme los pies. A él le gusta mucho lamerme los pies y a mí me calienta. Me lamió hasta que terminé el whisky y el cigarrillo, luego entré a mi dormitorio, cerré la puerta dejando a Beto afuera, descolgué un espejo grande y lo puse sobre el piso de madera, recostado contra el placard. Me puse como perrita y comprobé que cuando el perro me estuviera cogiendo, yo podría verme en el espejo. Me gusta que los perros me cojan sobre el piso, en posición de perrito. Fui al baño para ...