La tía Albina
Fecha: 27/10/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos
Albina era una mujer de 38 años, morena, muy guapa. Medía sobre un metro setenta y andaría en los ochenta kilos. Tenía unas tetas fenomenales y un enorme trasero. Era una mujerona, una jamona... un polvazo con preciosas patas.
Paso a contar en primera persona la historia que me contó mi amigo Javier, que era moreno, guapote. Medía metro sesenta y pesaba cincuenta kilos, pero eso sí, tenía un cipote gordo y de algo más de veinte centímetros de largo.
Era miércoles de ceniza, Albina estaba haciendo calceta en un banco de piedra que había delante de su casa, mi abuelo y yo limpiábamos unas mimbres para atar los brazos de las cepas.
Albina era una de las pocas mujeres de la aldea que llevaba la falda por encima de las rodillas. Yo le miraba para las piernas, y ella, con la cabeza baja, lo sabía. Cada vez que mi abuelo se ponía de lado, abría las piernas y me dejaba ver sus bragas blancas. Mi polla, que nunca había entrado en un coño estaba dura como una piedra.
Cuando Albina entró en casa, mi abuelo, que tenía 70 años, pero que se conservaba bien, me dijo:
-Tienes que echarle un polvo a Albina. Te tira los tejos.
-¿Tú crees?
-Si te abría las piernas era por algo.
Se ve que mi abuelo estuviera al loro.
-Visto así...
-¿Ya te estrenaste?
-No.
-Pues no hay mejor manera. Te va a enseñar lo que no está en los escritos.
-No sabía que fueras tan libertino, abuelo.
-¡Y una mierda! Yo llevo más años sin joder que ella.
-¿Y?
-Y si la jodes ...
... tú, después la jodo yo.
-¿Vas a chantajear a tu nuera?
-No, la voy a joder. Ella lo necesita y yo también. Así que mejor tú y yo que alguien de fuera.
-¿Si me deja le vas a decir que si no te deja a ti cuentas por ahí que folló conmigo?
-No, sólo le diría que sé que folló contigo, el resto ya lo sabe ella.
-Chantaje.
-¿Vas a joderla o no?
-Hombre, si me deja, la follo hasta dejarla espatarrada.
La voz de mi abuelo tenía un tono sarcástico, cuando me dijo:
-¡Vas a dejar, vas!
A las diez de la noche, mis padres y mis abuelos se fueron al cine, de diez a doce. Yo fui a la casa de mi tía a pedirle azúcar para echarle a las filloas, ya que así me dijo mi abuelo que le dijera. Albina abrió la puerta y cuando me vio con el pocillo en la mano, miró para los lados, y al ver que no venía nadie, me dijo:
-Pasa.
Cerró la puerta detrás de ella, y me preguntó:
-¿Qué quieres, sal o azúcar?
-Azúcar para las filloas que hizo mi madre.
Estábamos en la cocina. Albina me echó mano a la polla por encima del pantalón. Mi polla, al sentir su mano sobre ella, se puso tiesa. Albina, me preguntó lo que yo creo ya sabía:
-¿Tu padre, tu madre y tus abuelos se fueron al cine?
-Sí.
Fue al grano, y con toda naturalidad, como si se tratase de echar una partida a las cartas, me preguntó:
-¿Echamos un polvo?
Le respondí:
-Echamos los que quieras.
Me sacó la polla empalmada, y al verla, larga y gorda, exclamó:
-¡Qué delicia!
Se agachó. Metió ...