Mi hijo y su amigo
Fecha: 29/10/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: LESTERUCO, Fuente: SexoSinTabues
Qué loca, ¡Mirá lo que estoy pensando! – sonreí frente al espejo del baño antes de entrar a ducharme. Me metí a la ducha y dejé correr el agua tibia por mi cuerpo. Por alguna razón, me sentía excitada. Los pezones se me habían puesto erectos, duros. Cerré los ojos y el agua resbaló por mi rostro. Era una mañana a principios de octubre, inicio de primavera. Medio dormida aún, me había levantado entrando al baño, apurada pues debía preparar el desayuno para Damián, mi hijo y Roque, mi marido. Grande fue mi sorpresa cuando me encontré a un hombre saliendo de la ducha mojado. En medio de mi aturdimiento lo miré de arriba abajo. Alto, un poco más que yo, delgado y fibroso, el pecho poderoso, el abdomen chato, brazos fuertes, piernas largas. Reaccioné un instante más tarde. - ¡Ay, nene! Intenté retirarme y cerrar la puerta - ¡Perdón, creí que estabas en la cama! - ¡Está bien, mami! El que salía de la ducha no era otro que mi hijo, Damián – Ya salgo. - Apúrate, que yo mientras preparo el desayuno. - mi voz sonó rara al caminar hacia la cocina. Me afané en los preparativos, pero me sentía algo agitada. Escuché la puerta del baño y pasos en el corredor. - ¿Ya terminaste? – Pregunté en voz alta– Damián se acercó y me abrazó por detrás, besándome en el cuello - ¡Buen día! – me saludaba cariñoso. Involuntariamente me envaré al sentir su cuerpo apretarse contra el mío, su pelvis claramente apoyada en mis nalgas - ¿Cómo está la mami más linda del mundo? - ¡Dale! – Respondí con un hilo ...
... de voz - ¡Déjate de pavadas, que se hace tarde! – y le serví café. Mientras desayunaba lo miré detenidamente. Es hermoso mi hijo. Moreno, ojos grises, el rostro anguloso, la mandíbula poderosa. - ¡Apúrate, que te llevo! – Mi marido entró a la cocina y sorbía de la taza de café que le había preparado - ¡Mmmm. está amargo! Decidí no darle importancia. Roque siempre se quejaba. Nada le venía bien. Parecía tener un talento especial para no disfrutar las cosas simples. Terminaron de desayunar y salieron atropelladamente, besándome como despedida. Me senté sola en la cocina y mis pensamientos se descontrolaron. Damián había crecido, ya tenía diecisiete. Lo había confundido con un hombre. - Ya no es un bebé. – pensaba camino al baño. Vaya que no lo era. Recordé aquel cuerpo espectacular saliendo de la ducha. Levanté la mirada y me vi reflejada en el espejo del baño. Me conservo bien. A mis treinta y nueve, muchos se dan vuelta para mirarme. Sobre todo los pechos. Grandes y firmes. Y el rostro no perdió frescura. La boca grande, los labios carnosos. - Aún puedo despertar pasiones. - pensé, regocijándome con mi belleza. Aunque con Roque no fuera tan bien la relación. En realidad, en la cama funcionábamos bastante mal. Recordé a mi marido desnudo e involuntariamente lo comparé con el cuerpo de mi hijo que había visto esa mañana. Nada que ver. Roque era más bajo, casi regordete. Y su pene. Ahora que lo pensaba bien. ¡La verga de Damián era enorme! Me quedé con la boca abierta frente al ...