1. La mujer de Ernesto


    Fecha: 17/10/2017, Categorías: No Consentido Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... detuve, dejándola en evidencia pues su pelvis seguía moviéndose, sola, sin que yo la obligara. Se dio cuenta pero no le importó. ¿Qué te pasa? ¿Te has quedado sin fuerza? ¿Eres maricón?
    
    Reanudé los envites, más violentos aún. El maricón es tú marido, el comepollas. Tú eres una zorra, a la que el mierda que tiene en casa la deja a medias y necesita una polla de verdad que le dé caña.
    
    -¿Vas a ser tú?
    
    -Soy yo el que te está jodiendo como mereces –afirmé agarrándola de nuevo del cuello. Casi automáticamente noté acercarse su orgasmo. No, eso no cabrona. Por lo que me retiré rápidamente. Un no gritado, lastimero, salió de su garganta. Pero no le di tiempo a lamentarse. La tomé de la cintura, le di la vuelta, dejándola en cuatro, la ensarté de nuevo y agarrándola del pelo le anuncié que iba a follármela como a una perra, pues no eres más que eso.
    
    Ahora sí gritó. De júbilo, pues el orgasmo la sacudió de arriba abajo o de adelante atrás, a tenor de la posición, no sabría especificarlo. Yo tampoco tardé mucho. Cuando hube vaciado mis testículos en el interior de la mujer, me dejé caer de lado soltándole la cabellera por fin, agotado.
    
    -Me has destrozado el traje, cabrón –fue lo primero que me dijo un buen rato después volviendo ambos del limbo, aún desmadejados sobre la cama.
    
    -Tú has destrozado mi amistad con Ernesto. –No respondió. Tenía los ojos cerrados y respiraba pausada. Al rato me levanté con la intención de irme pues el juego había acabado. No había ...
    ... salido como yo esperaba pues la muy puta salía victoriosa, pero al menos la había desenmascarado.
    
    -Me ha gustado, -fue todo lo que me dijo, sonriente, sin abrir los ojos. –Lo has hecho bien interpretando tú papel.
    
    No sabía si se refería al ataque de hoy o a los meses precedentes, tampoco se lo pregunté. Simplemente afirmé, te has pasado.
    
    -Ha valido la pena –fue su sentencia.
    
    -¿Sí, eso crees? ¿Montar todo este circo para pegar cuatro polvos ha valido la pena? ¿Y qué me dices de Ernesto y de mi amistad con él? Nunca la voy a recuperar.
    
    Abrió los ojos y se incorporó, quedando apoyada sobre los codos.
    
    -Yo no monté nada. Fue el idiota de mi marido que me grabó a escondidas cuando le había dejado claro que eso no podía hacerlo. Me di cuenta aquella misma noche, cuando cogió el móvil de la mesita al acostarnos, por cómo lo miraba. Al día siguiente confirmé, mirándole el teléfono, que no sólo era medio maricón, además era un embustero. Me cabreó muchísimo, pero monté en cólera cuando recogí su móvil extraviado y vi en el registro de envíos que te lo habías grabado. No sabía cuál era más cerdo de los dos. Así que urdí el plan, para joderos. ¿He roto vuestra amistad? No me parece un precio tan alto, la verdad.
    
    Sonreí, deportivamente, pues nos había derrotado a los dos, pero aún quise saber antes de marcharme:
    
    -¿Pero para ello debías dejarte violar? –Hice una pausa. -¿Te pone, verdad?
    
    -Es una de mis fantasías, la más intensa, la más deseada, pero no me atreví a ...