1. La mujer de Ernesto


    Fecha: 17/10/2017, Categorías: No Consentido Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... lado de la cama, que quedó perdida pues el tío soltó una buena descarga.
    
    Yo me había detenido, más bien ralentizado el movimiento para facilitarle la tarea, pero en cuanto la soltó, volví a percutir con ganas. Me encantaba follarme a la orgullosa Angie, dándole sin misericordia mientras sus tetas se movían adelante y atrás, sus gemidos crecían, sus nalgas quedaban marcadas por la fuerza de mis dedos, pero súbitamente me pidió parar.
    
    -Déjame ponerme encima un poco, así no llegaré.
    
    Asentí, tumbándome boca arriba para que la mujer se encajara a horcajadas sobre mí. En cuanto empezó el vaivén, mis manos se fueron directas a sus poderosas tetas, que agarré, amasé y acaricié con deleite, mientras los jadeos de mi amante aumentaban paulatinamente. Ernesto se arrodilló a su lado para besarla, agarrándola del cuello, pero los suspiros y la acelerada respiración de su esposa lo dificultaban.
    
    -No me queda mucho –avisé.
    
    -Aguanta un poco, aguanta, por favor –suplicó la amazona, -estoy muy cerca.
    
    Me incorporé para cambiar la fricción entre nuestros sexos, pues iba a llegar yo antes, metiéndome un pecho, creo que el derecho, en la boca, ahora sí, chupándolo con ganas. Di en el blanco, pues Angie se convulsionó recorrida por espasmos de desigual intensidad pero profundo placer.
    
    Cuando se hubo calmado, soltó mi cabeza que había agarrado tomándola como el asidero de la cabalgata para mirarme a los ojos preguntándome, ¿no te has corrido, verdad?
    
    -Aún no, pero lo haré ...
    ... con cuatro movimientos.
    
    -Espera, -me sorprendió descabalgándome –lo acabaremos con la boca.
    
    Casi me corro al oír la frase, pero me dejé caer, apoyando mi tronco sobre los codos pues no pensaba perderme detalle de los labios de la conservadora Angie engullendo mi hombría, una imagen que pensaba retener con memoria fotográfica.
    
    La sorpresa vino cuando me la agarró de la base con la mano izquierda y tiró de la punta del condón con la derecha, sacándolo. ¡La hostia, me la va a chupar a pelo! Fugazmente pensé si me podía correr en ella o si no debía, pues Ernesto no lo había hecho, pero estaba tan cerca de la meta que no sabía si podría avisarla a tiempo.
    
    Pero la sorpresa se tornó en mayúscula cuando fue Ernesto el que engulló mi polla.
    
    No me quedé helado porque su mujer me había dejado más caliente que una antorcha. Pero sí paralizado. Era lo último que esperaba.
    
    Mentiría si dijera que me disgustó. Mi amigo, mi amigo más íntimo, con el que me había duchado centenares de veces, que me había contado con pelos y señales sus gustos sexuales, sus hazañas previas a Angie, me la estaba chupando como un descosido. La chupaba bien el maricón, eso era innegable, lo que sumado a mi estado de casi éxtasis provocó la explosión.
    
    Ni caí en la posibilidad de avisarle. Simplemente disparé, jadeando como si fuera su mujer la receptora de los disparos. Pero él no se detuvo. Siguió chupando, tragando, limpiándomela, aún cuando ya hacía bastantes segundos que había dejado de ...
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