La mujer de Ernesto
Fecha: 17/10/2017,
Categorías:
No Consentido
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... convulsionarme.
Nuestros ojos se cruzaron un segundo en el que nos dijimos muchísimas cosas. Pero muchas más confluían en las miradas que intercambió el matrimonio, hasta que se abrazaron intensamente, amándose, queriéndose.
***
En cualquier encuentro amoroso en que he participado siempre me he quedado en el post partido. A veces a dormir en el hotel o casa de la amante. En otras ocasiones solamente alguna hora, comentando la jugada o charlando de nimiedades. Esta vez fui incapaz, a pesar de que me ofrecieron una copa para cerrar la velada distendidamente como tres buenos amigos.
Me había gustado follarme a Angie, aunque no había sido el mejor polvo de mi vida ni por asomo ni ella me había parecido una amante especialmente buena, pero me sentía muy incómodo con Ernesto.
Por un lado, engañado, pues no me había avisado de cómo quería acabar el sexo, algo que sí tenía acordado con su mujer. Comprendí que no me lo dijera, pues siendo justo con él, si me lo hubiera planteado le hubiera dicho que ni de coña.
Por otro lado, me sentía confuso, sorprendido de que nunca me hubiera confesado que le ponía chupar una polla. Pero, bien pensado, también era comprensible pues los hombres somos muy machos entre nosotros y hay variantes sexuales que nunca reconoceremos que nos atraen. El sexo anal, por ejemplo. Nunca me han dado por el culo, pero que te metan un dedo mientras te la están chupando es muy placentero, pero el mayor orgasmo de mi vida me lo provocó Margot un ...
... día que le permití penetrarme con un consolador mientras me la chupaba. Fue la hostia, pero nunca lo explicaré en una reunión de colegas. Menos a compañeros del equipo de fútbol.
Aquel jueves, antes y durante el partido, Ernesto se comportó con absoluta normalidad, volviendo a ser el amigo alegre y confiado que había sido hasta hacía unas semanas, pero no pudo quedarse a la cerveza posterior pues tenía algo con su mujer. Lo agradecí, pues yo sí me sentía incómodo, tanto que esperé a ducharme el último para no coincidir desnudos bajo el agua.
Fue a la semana siguiente cuando mi amigo cogió el toro por los cuernos. Lo supe cuando me lo pidió mientras nos tomábamos la cerveza.
-Tío, ¿podrás llevarme a casa que me ha traído éste –señalando a Pau que trabajaba en el mismo edificio que él –pero tú vives más cerca?
-Claro, no hay problema –acepté aunque no me apetecía. Pero al entrar en el coche, comprendí que no había cogido la moto con la que solía moverse por la ciudad adrede.
-Te lo dijimos en el hotel y te lo digo de nuevo, en nombre de los dos. Estamos muy agradecidos por lo que hiciste. Eres un gran amigo, acertamos con la elección y Angie quiere invitarte a cenar cualquier día para eso, para demostrarte nuestro agradecimiento.
-No hace falta, descuida, yo también lo disfruté.
Estaba absorto en la carretera, pero era innegable que evitaba mirarle. El trayecto a casa no se demoraba más de diez minutos, así que opté por no comentar nada más al respecto y ...