Alicia 08/25
Fecha: 08/11/2020,
Categorías:
Intercambios
Autor: evloguer, Fuente: SexoSinTabues
... habían convencido a Mary para que se quedase, el cuarto de mi nena tenía una cama de plaza y media, que si bien no era matrimonial alcanzaba para las dos. Para la sobremesa ya estaba mi cielito buscando un camisón para prestarle, supongo que de los más grandes, pero al salir Mary del baño, duchada y con una toalla en la cabeza, casi estallo en carcajadas al verla en esa ropa evidentemente chica para su tamaño. Cuando apareció yo estaba en el sillón viendo un poco de tele con mi bebita, (con las manos refrenadas, claro) cuando ésta me dice "Viste que linda es mi amiga, mirá las tetitas que tiene". Algo mal hablada mi nena, sería para mantener la impresión de igualdad con Mary. Mi mujer se ofreció de inmediato para peinarla, la sentó en medio de la sala y por detrás le pasaba el peine con una suavidad que casi parecía que la estuviese acariciando, tal vez el instinto maternal la hacía ver como una hija. La cuestión es que Mary no parecía sentirse incómoda con esa minúscula prenda, al sentarse se podía apreciar claramente la ropa interior, pensé que así andarían por su casa y les pareciese natural. Mi adorada criatura parecía estar un poco molesta con la situación y mediante un inconfundible mensaje en sus ojitos nos fuimos yendo distraídamente. Mis pasos llevaban al lugar de ...
... trabajo y a pocos metros atrás seguían otros pasitos más suaves. Me pareció natural abrazarla ahora que teníamos distancia entre las miradas indiscretas, sus bracitos me rodearon de inmediato y quería comerme esa boquita, un pequeño rictus se dibujaba allí y no quise preguntar, pero lo atribuía a una suerte de celos o algo así. Tal vez me observaba mientras mis ojos se paseaban descaradamente por el cuerpo de la amiga, tal vez le parecía que la mamá le estaba acaparando la visita, no sé. Lo único a que atiné en ese momento fue apretarla con fuerza y llenar de besitos esos ojos entornados, esas sonrosadas mejillas que invitaban a morderlas, ese cuellito que estaba escondido por cascadas de cabello. Su respiración se aceleraba, pero no podíamos hacer mucho más, tal vez sacar a pasear las manos por aquellos imanes, ella sabía que su colita era un destino infalible para mis dedos y cumpliendo la tradición le dediqué bastante tiempo a esa carnecita enfundada en suave tela. Era la colita de mi ángel, mucho más exclusiva que esas manos que permitía que fuesen tocadas por otros, algunos podrían rozar esa piel pero solamente yo sabía adorarla correctamente, solamente mis labios podían posarse allí, el único combate posible era usando mi sable para arrancar placer a la reina. (continuará)