El calvario de Luciana (5)
Fecha: 10/11/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
Emilia consideraba imprescindible la enseñanza de modales a sus presas antes de ponerlas a trabajar, modales adecuados a su condición de prostitutas sumisas y serviciales con la selecta clientela de la mansión.
Por eso estaba ese anochecer en la habitación de Luciana, con Luisa, a la que instruyó respecto de que todo en ese cuarto estuviera listo para cuando la chica empezara a recibir a los clientes. Juego de sábanas renovadas a diario, dos juegos de toalla y toallón en el baño y los juguetes y elementos de BDSM al que ella sabía que eran adictos algunos de sus clientes.
-Poné esos chiches en el placard esta noche y que queden allí listos para su uso.
-Sí, señora. –contestó la mucama y se retiró dejando a Emilia a solas con Luciana. La chica estaba desnuda y reposando en la cama.
-Levantate, tesoro. –ordenó Emilia y Luciana obedeció de inmediato. Se quedó de pie junto al lecho y la proxeneta comprobó, sumamente satisfecha, que la perrita obraba como una suerte de robot: no hacía ni más ni menos que lo que se le ordenaba. Su mente había sido programada por la doctora Mónica para eso y funcionaba a la perfección.
-Vení, pichona. –dijo y Luciana se acercó a ella mirándola con esos ojos de mirar perdido vaya uno a saber en que profundidades oscuras.
-Bien, cachorra. Te voy a enseñar los modales que vas a tener con los hombres y mujeres que van a visitarte cada noche. Quiero que seas con esa gente una perrita muy obediente y servicial.
-Voy a ser una ...
... perrita muy obediente y servicial… -repitió Luciana.
-Sabés quién soy, ¿cierto, bebé? –probó Emilia.
-La señora Emilia, usted me ayuda. –dijo la jovencita para satisfacción de la dueña de casa.
-Bien, pichona, ahora a los modales. No estás parada como corresponde. Junta las piernas y poné las manos atrás. –y Luciana lo hizo de inmediato.
-¡Perfecto, pichona, perfecto!... Así te quiero siempre cuando estés de pie. Ahora sentate en el borde de la cama.
La jovencita se sentó y quizá recordando algún hábito cruzó las piernas.
Emilia tuvo un impulso que no quiso reprimir. Se acercó a Luciana y le dio una bofetada. La chica la miró con una expresión de terror en su cara y se echó en la cama en posición fetal, respirando agitadamente.
La proxeneta tenía por costumbre abofetear en alguna oportunidad a sus presas antes de ponerlas a trabajar, para que el animalito tuviera memoria de que no hacer algo bien significaba un castigo. Al ver que el efecto que la bofetada había causado en Luciana era el buscado se inclinó hacia la jovencita y la consoló acariciando con suavidad y largamente su cabeza.
-No me gusta pegarte, pichona, –mintió. –pero tuve que hacerlo para que aprendieras que si hacés algo que me disguste podés resultar golpeada. ¿Entendés, Luli?
-Debo ser obediente… -dijo la chica manteniendo en su rostro la expresión de perrita apaleada.
-Eso es, pichona, obediente y sumisa.
-Obediente y sumisa. –repitió Luciana y esas palabras activaron una orden ...