Toda la lechita en mi boca
Fecha: 10/11/2020,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... canciones sonaban en los parlantes al palo para que siga la fiesta.
Edu se reunió con los pibes, que ya se habían ubicado en la sala, y yo me senté al lado del chofer y la Yaqui, la fanática más copada de la banda local. Sentía que la concha me ardía, que mi clítoris nadaba en un mar de flujos y que la bombacha me erotizaba con su contacto permanenete, mientras el gustito de la leche de Edu me atormentaba. Algo tenía que hacer!
Cuando vi a Fito caminando entre la gente firmando autógrafos, sentí que algo parecido a unos celos incontrolables crugían en mi estómago. Creo que por mi cara la Yaqui se dio cuenta.
¡che, te calienta mal el flaco ese me parece negri!, me dijo clavándome sus ojos como misiles. ¡qué linda que es esa perra por dios! Si tuviera pija no dudaría en cogérmela, pensaba a la vez que me levantaba decidida a buscar a Fito.
Lo encontré hablando con una minita, y eso me dio más valor para llevarlo al camarín con la excusa de que necesitaba tomar algo.
En el lugar no vendían nada, como en todos los teatros de la zona.
Ni bien entramos me saqué la remera y me le tiré encima apenas se despatarró confundido en un sillón largo.
¡ya fue boludo, quiero garchar con vos, no aguanto más, garchame toda!, le dije sin pensarlo.
Fito quiso sacarme de encima, pero cuando logré extraer su pija de la cárcel de su ropa y se la empecé a pajear, él arrancó a besarme el cuello, a manosearme las tetas y a palpar mi vulva como si me la estuviese masajeando ...
... encima del pantalón. Le comí la boca, me agaché para darle unas lamiditas a su pene tan duro y ancho, que por momentos me hizo dudar si me entraría entero, y lo interné entre mis nalgas y mi pantalón.
¡qué putita que estás hoy Karlita, querés pija chiquita?!, dijo cuando sabía que me estaba matando de deseo al moverse haciéndome saltar contra su pubis, mientras su verga se hinchaba más y más. Cuando me bajé el pantalón, tomé la decisión de pararme en el sillón para ponerle la concha en la cara y fantasear con que su lengua la recorra toda. Pero el muy estúpido se rió de mi bombachita rosa con puntillas, me la bajó para pegarme en la cola diciendo:
¡y eso que te hacés la pesada nena, con esa crestita, y mirá las bombachitas que te ponés, calentona!
No hubo tiempo para pensar en otra cosa que en sacarnos las ganas.
¡chupala un poquito pendeja, y te pego una cogida que no te la vas a olvidar en tu vida!, dijo, y entonces mi boca fue el refugio de esa poronga elegante, venosa, rica en olores y sabores, colmada de juguitos de macho en llamas y con dos huevos a la altura de tamaño monumento. Gemía como un pendejo cuando le lamía la puntita, y eso que a sus 35 debieron pasar buenas peteritas por esa pija.
Me volvía loca que me nalguee, que me abra la cola con los dedos y me lama las orejas.
Hasta que de pronto me agarró de los brazos y me sentó en sus piernas, como si mi cuerpo fuese de papel.
¡querés sentirla toda guachita?!, fue lo último que dijo antes de ...