1. Mi madre me consiente


    Fecha: 18/10/2017, Categorías: No Consentido Autor: Xavir, Fuente: CuentoRelatos

    Lo que me ha sucedido es brutal. Pero (siempre hay un pero) es algo que no se puede andar contando por ahí; no es algo que se vea comúnmente con buenos ojos; aun cuando, al menos en alguna remota ocasión hayamos pensado; soñado, con ello. Bueno, la cosa es que como no se puede contar esta experiencia, la posibilidad de divulgar un relato escrito, es un respiro de alivio.
    
    Vamos por el principio. Me llamo Xavier. Yo nací cuando mi mamá era muy joven (tenía 19) y por la misma época, murió mi padre. Conocerán de sobra la historia: una mujer joven con un hijo pequeño que se abre camino sola en la vida, avocada al trabajo, alejada completamente de la vida social: amigos, novios, etc. (bueno en realidad que yo recuerde, tuvo dos novios cuando yo era niño, pero no duraron mucho).
    
    Mentiría si digo que mi madre a sus 44 años es una reina de belleza, con un cuerpo esculpido en el gimnasio y el SPA; y sin embargo es hermosísima (y la verdad no lo digo por ser su hijo) Su rostro es angelical, no representa la edad que tiene: sus ojos son de color castaño, grandes y expresivos, casi seductores, hace poco unas arruguitas empezaron a bordearlos, pero lejos de demeritarlos, los volvieron más intensos; Su piel es blanca con un tono apiñonado, su cabello es negro y ya lo invaden unas cuantas canas, cuando era niño lo llevaba siempre largo, a últimas fechas se lo recortó a los hombros. Tiene la nariz finita y recta, su boca también es finita, no muy grande, no muy chica, basta decir que ...
    ... su sonrisa (aunque siempre ha tenido un cariz de tristeza, o tal vez por eso mismo) embruja. Su cuello es fino y largo, su cuerpo... ¡Su cuerpo! (es mi parte favorita) No es muy alta, mide algo así como 1.60; sus hombros son delicados, sus senos grandes, enormes, de perfecta forma, la cadera un poquito ancha, muy sensual; sus piernas son delgadas (sin rastros de celulitis) y su cintura, si no es de avispa, tampoco es gruesa, invita a abrazarla, a tomarla para deslizarse después, como por accidente, a sus nalgas, firmes y grandes; deliciosas... Es una tentación, y más tentación es por el hecho de ser mi madre.
    
    Me encanta, y siempre me ha encantado. Si ahora es linda, hace diez años era un portento. De adolescente, nunca necesité revistas porno o películas; ella era la fantasía de todas mis masturbaciones: La espiaba cuando salía de bañarse o cuando se cambiaba, imaginando el sabor de esa piel blanca y suave; cuando no estaba, hurgaba en sus cajones, sobre todo en los de ropa interior, tomaba prendas al azar (nunca uso algo como de encaje o seda; todo era de algodón, a veces hasta con estampados de ositos y eso) y frotándolas sobre mi cuerpo imaginaba su candor, el roce de sus pezones endurecidos sobre mi pecho, mientras nos fundíamos en un beso salvaje con mi lengua acariciando todos los rincones de su boca; mis manos aprendiendo el contorno de sus nalgas mientras iba bajando lentamente sus pantis, enroscándolas hasta la mitad de sus muslos, develando su monte de vellitos ...
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