Conociendo a mi tía más íntimamente
Fecha: 19/11/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos
... recuerdo cuando de pequeño te lavé el pene y se te puso tieso en mi cara.
-Tía, por dios, no digas eso.
-No pasa nada sobrino. La tenias grande para ser tan pequeño.
Salí de la cocina rojo de vergüenza. Nos despedimos de mi tía y nos fuimos de allí como a las dos de la mañana. Como mis padres estaban bebidos como os dije, decidieron coger un taxi, ya que yo tenía carnet de conducir, pero me lo había dejado en casa. Al día siguiente volvería a recoger el coche. Amaneció un nuevo día y después de ducharme y desayunar, me fui a por el coche a casa de mi tía. Lo habíamos dejado aparcado en su garaje. Llamé al portero y ella me abrió. Me dijo si podía subir a su casa. Al llegar me comentó si podía ayudarla a bajar unas cajas del trastero que seguían allí desde su mudanza. Yo le dije que sí y subimos al último piso. Cada vecino tenía su trastero. Ella abrió la puerta y entramos. Olía a moho. Sacamos cuatro cajas, dos cada uno y bajamos a su piso. Ya en su casa me dijo que tenía que dejarlas en un altillo. Colocó una escalera y se subió a ella. Yo le pasé una caja. Ella llevaba el pantalón corto de ayer. Le pasé las otras y con la última se inclinó para ponerla al fondo del altillo, y entonces puso su culo en pompa. Yo me excité un poco. Para tener 48 años mi tía estaba muy bien. Me pidió que agarrara sus piernas mientras bajaba. Las tenía turgentes, pese a su edad. Cerró la escalera y me dio un beso en la mejilla y las gracias por ayudarla. Me invitó a desayunar, pero le ...
... dije que acababa de hacerlo. Le di las gracias y me fui. Volví a casa con el coche y seguí con mi rutina.
Desperté tarde al día siguiente y vi que mis padres ya habían desayunado. Me preparé leche con cacao y cereales y me dispuse a desayunar. Cuando me llevaba la primera cucharada a la boca, sonó el teléfono. Lo cogió mi madre y me pasó el teléfono. Era mi tía, que me pedía que la volviera a ayudar en su casa, ya que tenía que colgar unas cortinas en su dormitorio. Me pagaría diez euros por ayudarla, y yo le dije que sí. Total, aun no trabajaba y aunque mis padres me daban una buena paga, el dinero de mi tía no me vendría mal. Termine los cereales y me vestí para irme.
-¿Te llevas el coche? Me preguntó mi madre.
-No, le dije. Cogeré el autobús.
-Aprovecha para conocer más a tu tía. Dijo mi padre. Es buena gente.
-Eso haré. Contesté.
Cogí el autobús 39. Me senté al lado de la ventanilla. Una chica rubia no me quitaba ojo de encima. Era muy guapa. Cuando me bajé, me sonrió y me guiño un ojo. Quizá la volviese a ver a la vuelta, pensé. Me bajé en la parada que estaba justo al lado de la casa de mi tía. Toqué el portero y tardó un rato en abrirme. Subí y me abrió la puerta. Llevaba puesto un vestido corto de color rojo. Volvió a invitarme a desayunar y le dije que acababa de hacerlo.
-Anda, tomate algo. Me insistió.
Le dije que si para que no pensara que era un desagradecido. Me tomé unas galletas y un poco de leche. Hablamos un poco en la cocina y me fijé ...