Alicia 01
Fecha: 03/12/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: evloguer, Fuente: SexoSinTabues
... esos juegos con "accidentes" que eran realmente un reconocimiento del terreno, una preparación para la batalla. Sabíamos que las batallas se librarían en algún momento, que la guerra era prolongada y con final incierto, pero toda la artillería hormonal nos llevaba indefectiblemente a la confrontación. Cayendo el atardecer regresó mi mujer cansada y comió algo dirigiéndose a dormir pero recordándome la obligación de atender a la pequeña en sus asuntos de salud. Pasada una hora aproximadamente, me dirigí a nuestro dormitorio con un vaso de leche para ofrecerle, pero con la secreta intención de verificar su pesado sueño. Saliendo con paso gatuno, (ahora me río de esas actitudes infantiles) me dirigí a la sala y con una sola mirada nos comunicamos con Alicia que el momento había llegado. Vino hacia mí recordándome el tema pendiente y preguntó si traía las cosas para curarla, le sugerí que también trajese la crema que se usa para las manos. El sólo hecho de pensar en una crema y en la colita de mi nena me produjo una tremenda excitación, casi de adolescente primerizo. El brillo en su mirada al regresar con las cosas me dio a entender que sabía y esperaba lo que estuviese por suceder. Con parsimonia, intentando eternizar el instante, le expliqué que la crema era para lubricar la entrada de su anito y la cápsula que debía introducirle allí. Mientras desgranaba las palabras le acariciaba la colita desde abajo del camisón, tocando directamente esas zonas prohibidas. Me preguntó si se ...
... quitaba la ropa pero le aconsejé que sería mejor levantarla solamente, me producía más morbo el subirle lentamente la prenda dejando al descubierto su bombachita. Una vez en esa situación convinimos que sería más práctico si ella se acostaba de pancita en mi falda, dejando las piernas colgando y su colita en mis manos. No pude resistirme de acariciar ese trasero aún enfundado en la prenda blanca, tocar esos ositos que adornaban su bombachita, procediendo muy lentamente a bajarla hasta la mitad de sus piernitas. Allí estaba esa línea que divide ambos promontorios, esa raya profunda que culmina en un agujerito imposible, ese agujerito que era para hacer caquita pero que yo imaginaba como un hoyo al cielo. Tenía los cachetes algo fríos por lo que me dediqué a masajearlos con fruición, haciendo circular la sangre y separando un poquito las masas de carne para apreciar aquel interminable valle. Le hice entender que debía preparar la zona antes de la inserción para que resulte menos traumática y tomando un poco de crema del pote deslicé el dedo hacia el canal, hacia el centro pasando el índice suavemente de arriba abajo, por toda la ranurita que se me antojaba inmensa hasta llegar al hoyito oscuro, allí trazaba círculos tratando de distender aquel esfínter minúsculo, pequeño hasta comparado con mi dedo ni pensar en un aparato masculino penetrando allí. Podía apreciar en su respiración acelerada que aquellos frotamientos le producían gran placer y creo que tanto como a mí, dediqué ...