1. Delicias en familia 1 y 2


    Fecha: 11/12/2020, Categorías: Incesto Autor: Inter96, Fuente: SexoSinTabues

    ... subió las ventanas polarizadas. Yo suspiré y le miré fruncida de cejas. —No, Gerardo. —Anda, sólo una mamada. —¡No! Estamos en vía pública. Ya era tarde. Se había sacado la verga. Estaba erecta, palpitando. Me sonrojé porque pocas veces hacía tal cosa. Miré a mi alrededor. Nadie estaba cerca. Casi obligada, me incliné sobre él. Apenas había abierto los labios, mi marido me empujó la cabeza para que mi boca albergara su larga polla. Tosí, pero seguí chupándole rápidamente para que ya eyaculara. Mientras tanto él me acariciaba la espalda y el cabello. Empapé toda su verga de saliva hasta que noté el semen caliente saliendo a chorros. Me lo tuve que tragar, aunque sabía algo amargo. No protesté. Gerardo fumaba bastante, así que su lechita siempre era algo rancia, contrario a mí, que me cuidaba tanto y mis jugos siempre eran dulces. —Ahh… eso fue genial —se cerró la bragueta. Yo me limpié la boca. Justo a tiempo porque mi hijo apareció saliendo del estadio. Gerardo sonó la bocina y él se acercó y subió. ALONDRA Me sentía algo culpable por haber visto a mamá follar. Yo me consideraba más lesbiana que bisexual, y aunque era mi mamá, tenía que decir que sus tetas eran impresionantes. No grandes ni pequeñas. El tamaño justo, con sus puntitas rosadas y deliciosas. Me sonrojé demasiado al darme cuenta de que tenía sólo eso en mente, así que me dediqué a mirar una película en mi celular mientras iba en el camión. Sin embargo, no podía olvidar lo que vi. Como estaba sola y sentada ...
    ... hasta atrás en los asientos de primera clase, me entró la tentación. Crucé las piernas, que se mostraban mucho por la minifalda que llevaba. Después de eso entré a internet y busqué porno en la primera página que me salió. Vi algo de lesbianas, donde la chica le metía le lengua en el coño a otra. El pecho me dio un brinco grandísimo mientras tanto y me reí como una tonta. Imaginé que una de esas mujeres era mi maestra Carmen, o Sonia. Carajo, incluso mi madre, con su voz y gemidos dulces mientras le daban verga. Me empecé a acariciar las piernas y luego me llevé una mano más adentro, sintiendo como mi conchita empezaba a mojarse. Nadie me miraba, por lo que me deslicé el dedo junto a mi tanga y lo enterré en mi vagina. Dejé que se mojara con mis jugos y luego me los llevé a la boca. Era una delicia sin duda alguna. Me recliné mejor en el sillón y empecé a darme un poco de placer discreto, hasta que de repente una de las señoras que estaba en el baño salió sin que yo me diera cuenta y pasó junto a mí, por lo que me apené roja como un tomate cuando me vio sacando la mano de mi entrepierna. Me hundí en la silla, apenada. Cuando salí de la terminal, mi hermana ya estaba esperándome. Por un momento no lo reconocí. Tenía el pelo más largo y rebelde. Era alto, casi de un metro y ochenta. Llevaba jeans negros, camisa blanca y una chamarra porque hacia algo de frío. Lentes oscuros y estaba delante de un coche nuevo. Salté de alegría a sus brazos cuando llegué a él. —¡Leo! —Ah, hermana… ...