1. d) Davy, el castaño de ojos rasgados


    Fecha: 19/12/2020, Categorías: Confesiones Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... cual era mi trabajo, ni me cuestionaba mis salidas, a veces en horas extemporáneas.
    
    Tomé una relajante ducha de diez minutos mientras me hacia efecto el inyectable anal que me entregaba Santi, para limpiarme por dentro, tenía que ir preparado al desconocer lo que aquel hombre pretendiera hacer conmigo.
    
    Escogí un pantalón de tela no muy gruesa, una camisa sin magas negra y la chaqueta de abrigo, a Noa y María les había gustado como estaba con ella y, al menos de María, confiaba en su buen gusto. Colonia de Rochas, un capricho que ahora me podía permitir comprar, y mocasines planos; rebajaban aún más mi estatura y eso, según J.C., encantaba a los hombres al hacerme más vulnerable, despertando sus instintos viriles de protección.
    
    Me miré en el espejo. No me gusté. ¿Pero que le iba a hacer? Desde luego un modelo de pasarela no podía ser, guiñé un ojo a la imagen del espejo y coqueto me pasé los dedos por el pelo desordenándolo.
    
    Los peldaños de la escalera protestaron como aquella vez y lo consideré un buen presagio. Mi padre había recogido la cocina y no estaba presente, supuse que estaría en su huerta y ya se me hacía tarde, llamé a un taxi para que me pasara a recoger y salí a la parte trasera para despedirme.
    
    Eran las dieciséis cincuenta cuando pulse el llamador de la puerta, aún faltaban diez minutos para la hora en que mi cliente me esperaba. Alguien me habló por el portero automático, era una voz de mujer y debían esperar mi llegada, me dieron instrucciones ...
    ... de como llegar a la casa.
    
    Antes de que la puerta se cerrara a mis espaldas pensé que no debía entrar a ese lugar, la verdad sentía miedo. Atravesé el enorme jardín y me fui calmando al ver lo bien cuidado que estaba con diferentes centros de flores.
    
    La casa aparecía gigantesca, o para mi lo era. La puerta de entrada estaba de frente a la avenida flanqueada de altos pinos que dirigía directamente a ella, y a cada lado había veinticinco metros de fachada de piedra de grisáceo granito, el primer piso tenía una balconada de hierro corrido a lo largo de toda la fachada y en el segundo eran todas ventanas.
    
    No pude indagar mucho más y mi vista se fijó en el uniformado hombre de la entrada que me esperaba con una de las hojas de la puerta abierta, iba vestido de negro, camisa blanca y corbata gris, llevaba guantes blancos y una de sus manos sostenía la puerta para que no se cerrara. Antes de que yo hablara lo hizo él.
    
    -Pasé, el señor le espera. -entró detrás de mi y la puerta se cerro ella sola, en la calle hacía un poco de calor y aquí la temperatura era perfecta. Avanzó delante de mi indicándome el camino y comencé a escuchar el sonar de un piano, se detuvo ante una puerta y me invitó a que entrara con un gesto.
    
    Me encontré en un enorme salón que parecía desproporcionado al contener un escaso mobiliario, al fondo, ante un gran ventanal, había un piano de cola y detrás de él la persona que lo hacía sonar, no se movía más que para mirar el teclado y caminé hacía allí ...
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