1. Berenice causa de mi locura


    Fecha: 21/12/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: DENYS PERVERSO, Fuente: CuentoRelatos

    Abrí mis ojos heridos por un rayo de sol, recostada a mi lado estaba mi hermosa Berenice, con su cabeza reposando en mi brazo. El luminoso intruso, alumbraba totalmente la habitación un tanto desordenada. Creo que el impulso nos volvió locos y arrojamos nuestras prendas por aquí por allá. Mi pantalón tirado al suelo, mi camisa sobre el sofá, mis zapatos abandonados en la entrada de la habitación, y además no tenía idea donde había quedado mi ropa interior. Quizá por esa feminidad por demás evidente que Bere irradiaba, sus prendas íntimas parecían las más vistosas de nuestro nido de amor. Su rojo sostén pendiendo del espejo del tocador, su blusa y su minifalda sobre el buro, y sus calzones justo sobre mi almohada, muy cerca de mi nariz, tanto que hasta alcanzaba a percibir su excitante aroma. Ese aroma no a perfume precisamente, si no a vagina, envolventemente embriagante y seductor. Que mi cerebro tenía atrapado desde el primer contacto que tuve con una ellas. Si no fuera un adicto a la vagina seguramente no sería hombre, todos tenemos nuestros gustos. Algunos las prefieren afeitadas, a mí me encantan peludas. Me encanta el aroma que conservan los pelos de la vagina ummm. Es un placer vicioso el mío. Tanto, que a pesar de haber tenido una noche por demás activa, mi garrote se había puesto duro, al percibir el aroma e incentivado por mis cachondos pensamientos. Berenice continuaba dormida, un tanto abandonado por su sueño, me entretenía frotando sus pezones con la palma de ...
    ... mi mano. La sonrisa brotó en su rostro, cuando su piel se erizó y sus pezones se erguían erectos y sensuales.
    
    —uuummm, eres un pillo insaciable cariño-.
    
    —eso es bueno o malo mi amor.
    
    —buenísimo, siento bien rico el calor de tu mano en la piel de mis tetas.
    
    Calle su comentario dándole un beso apasionado, yo estaba más que listo para invadir su panochita. Pero Bere no quiso romper el contacto de nuestras bocas. Golosa devoraba mi lengua, mientras su manita acariciaba mi erección, no esperé un segundo más. Trepé encima de ella y de inmediato busqué alojarme en su vagina, ella enredó sus piernas en mi cintura abriendo de par en par su húmedo paraíso. La penetré de limpia estocada y Bere busco ansiosa mi boca. Agitaba sus caderas tan delicioso que facilitaba el vaivén veloz de mi garrote en su viscosa vulva.
    
    Ella cerró sus ojos y paraba su boquita en una deliciosa queja golosa. Completamente desatado estrellaba mis huevos una y otra vez sobre sus redondos cachetes. Mi sensacio0n no tenía limites concentrado en mi afán sentía el calor de sus verijas y su humedad empapar mis pelotas. La tenía tan medida en su sensación, que no tarde en hacerla explotar. Sus uñas enterraron en mi espalda sin medir si me lastimaba o no. Feliz de lograr mi cometido, no sentí lacerada mi piel. Porque justo en ese momento, rendí tributo a su adorado reducto. Tres descargas seguidas me sacudieron hasta arrojar la última gota de semen. Hasta desbordarse de su ardiente receptor.
    
    Me sentía ...
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