1. Arrepentidos los quiere Dios


    Fecha: 31/12/2020, Categorías: Confesiones Autor: febarsal, Fuente: RelatosEróticos

    ... mí.
    
    Y así fue, aunque ardua la tarea, ya que bajar unas bragas con los dientes no es nada fácil, se notaba su destreza en tan complicada acción. Ya me las tenía justamente debajo de los glúteos.
    
    --¡Qué hermoso culo tienes, cariño! Dijo con voz trémula por la emoción.
    
    Me abrió la rajita con los dedos pulgares de ambas manos, y me temía lo peor: que me la metiera "por ahí"; cosa que nunca nadie había hecho, por lo que me dispuse a aguantar el dolor que dicen que da la primera vez. Pero al ver que "la tenía floja",supe que no podría.
    
    Lo que metió fue otra cosa. Notaba como mi ano se mojaba con las viscosidades de su lengua; en mi vida había experimentado algo similar, era relajante y gratificante. Pero cuando me dijo:
    
    --Cariño, cuando tengas ganas de hacer caquita me avisas.
    
    --¡Pero leche! ¿Qué querrá este guarro, que le defeque? Pensé para mis adentros. Y le dije:
    
    --Cariño... es qué no tengo ganitas.
    
    --¡Uy uy yu yuy! Pues aquel vestido tan caro y que tanto te gusta, y que te prometí regalar si te portabas bien... No sé... no sé... si te lo podré comprar.
    
    --Jolín! Por un vestido, me ensucio en el Marqués y ...
    ... en toda su familia.
    
    --Espera, cariño... que ya puedo, ya puedo.
    
    Apreté con todas mis fuerzas, que unido a la lubricación de mi ano con su boca, de repente me vinieron las ganas. ¡Milagros de la mente! Lo malo que voy estreñida y suelo evacuar como dicen en mi pueblo: mojones.
    
    Me situé en cuclillas, justamente encima de su boca, y volví a pegar otro empujón.
    
    --¡Ya asoma... ya asoma...! Dijo con una alegría desbordada,
    
    Como es imposible ensuciar sin orinar, la misma fuerza lo provoca, al igual que el relámpago anuncia al trueno, evacué por ambas vías en su boca para toda su satisfacción. Me relamió toda la zona hasta dejarla más limpia que la patena; y lo hizo con tanto ardor, que masturbándose, eyaculó entre espasmos y gemidos. Y eso fue todo. No hubo más.
    
    La propina que me dio fue tan generosa, que cuando abrí una cartilla de ahorros con esa suma, el empleado de banca, me miró como diciendo:
    
    ¿De dónde coño habrá sacado esta tía tamaña cantidad de dinero? Si es más de lo que yo gano en un mes.
    
    Y no iba mal encaminado en sus apreciaciones, sobre todo de donde lo había sacado.
    
    Continuaá capítulos 4º 5º y 6º 
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