Mi hermana me cura de una depresión
Fecha: 11/01/2021,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Ifardavin, Fuente: CuentoRelatos
... esa no es la solución, Luis. - Me hablaba con preocupación en la voz. No sé por qué, siempre había despertado en mi hermana sentimientos maternales.
-Vale, vale, ya dejaré de beber, pero no hoy. Necesito cargarme las pilas y esto me ayuda... - Dije tomándome el cuarto. Quería engañarme a mí mismo. Realmente, el alcohol no me ayudaba en nada, bueno, sí, me ayudaba a relajarme. - Volví a reclinarme en el sofá, cerrando los ojos.
Sentía que me miraba, en silencio. Me gustaba sentirla a mi lado. Cada vez estaba más relajado... Noté como se movía pero no quise abrir los párpados. Sentí su respiración muy cerca de mí. ¿Qué estaría haciendo? Me gustaba imaginar los movimientos de la gente estando a oscuras, solo aguzando el oído. Se estaba aproximando más a mí, eso seguro.
Noté una caricia en los labios, muy tierna, con la yema de los dedos... Los pasaba de izquierda a derecha sin introducirlos en la boca. No parecía haber nada morboso en su gesto, pero a mí me estaba excitando... Ya no fue una caricia, fue un beso en toda regla, con pasión, con legua, recorriendo mis dientes, intercambiando saliva...
Abrí los ojos con sorpresa pero no abandoné el ósculo, seguí colaborando... Separándose de mí me miró ¿Qué había en aquella mirada? No lo sé, no sabía interpretarla... ¿Me estaría proponiendo algo? Si hubiera sido otra mujer creería que quería rollo conmigo ¿Pero mi hermana?
No me dejó pensar más, su boca volvió a posarse sobre la mía y su mano se introdujo bajo mi ...
... camiseta, jugando con el ensortijado vello del pecho. Con la otra me rascaba la nuca y acariciaba el cuello. Bajó la mano del torso, por mi tripa, hasta el borde de los pantalones, se detuvo allí un momento acariciando la zona del ombligo. Suavemente pero con decisión desabrochó el botón y bajó la bragueta, se introdujo debajo de los calzoncillos y agarró mi monumento a la virilidad...
Un gemido escapó de mis labios. Mis manos, hasta entonces inermes, volaron a su pecho y nalgas. Acaricié un seno sobre la ropa, solté los botones de su blusa blanca, lo liberé de la copa del sujetador y me fui a por él como un poseso. Era tal y como imaginaba, suave, terso, duro. El pezón, nunca visto hasta entonces, se mostraba tieso y excitado, coronando una pequeña areola de color rosado. Me lo introduje en la boca y jugué con la lengua, chupando y raspando suavemente con los dientes. Le arranqué pequeños jadeos de placer, su mano aceleraba sobre mi enhiesto miembro. Con maestría bajé la cremallera de su falda y ella misma me ayudó a quitársela arrastrando, de paso, sus pequeñas y frívolas braguitas blancas.
La tendí sobre el sofá, no tuvo más remedio que soltarme. Me cogió la camiseta y me la quitó, haciendo yo lo propio con mis pantalones y calzoncillos. Estaba desnudo entre sus piernas, con mi polla apuntándola directamente. Me dediqué, un momento, a contemplar su cuerpo de diosa. El pubis recortado, la cintura estrecha, el vientre plano, las tetas perfectas aún con sujetador y la blusa ...