Clases de baile
Fecha: 01/02/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Desde hacía unos meses eran tan solo compañeros de baile, concretamente de salsa, pero una noche en una fiesta se empezaron a conocer mejor y congeniaron. Como ninguno de los dos tenía con quién practicar, y ya que juntos bailaban tan bien, decidieron quedar algunos días para practicar fuera de las clases.
Como él vivía solo decidieron ir a su casa y él la recogió en la parada del autobús más cercana y la invitó a tomar algo antes en un bar para hablar un poco más tranquilamente antes de subir. Él había notado que ella estaba un poco nerviosa porque le daba corte subir al piso de un chico al que apenas conocía. Después de hablar un rato en el bar, los dos se relajaron y subieron al piso. Lo tenía muy bien decorado y el salón era lo suficientemente grande para bailar. Entre los dos apartaron un poco la mesa y la pegaron a la pared para no chocar con ella, quitaron las sillas y tan solo dejaron el sofá, que no podían desplazarlo.
Alberto, que así era como se llamaba el chico, fue a por un par de refrescos a la cocina mientras que ella encendía el equipo de música. Y empezó a sonar “Celos” de Marc Anthony; la canción salsera que más le gustaba a él. Ella se puso a revisar la colección de cd´s cuando de repente él la agarró por detrás por la cintura y girándola y alejándose un poco del mueble se pusieron a bailar. Tras esa canción llegó otra, y después otra más, y así hasta bailar más de seis canciones seguidas, para acabar sentados en el sofá descansando y bebiendo ...
... algo. La sensación que sentía al bailar con él era tan diferente a lo que sentía con otros chicos. Se sentía cómoda cuando él la llevaba, cuando la guiaba y le marcaba los pasos. Y a él le gustaba notar como ella se dejaba llevar e iba perdiendo la vergüenza y la timidez con cada paso que daban.
Volvieron a bailar un poco más; esta vez la voz era de Charlie Cruz y La India. No sabían muchas figuras pero machacaban las que conocían. En uno de los giros acabaron muy cerca el uno del otro, tanto que sus caras casi se rozaron. Otro giro más y sus muslos ya se rozaban. Y al siguiente él bajó la mano hasta la cintura, rodeándola y atrayéndola hacía sí. Sus labios se posaron en los de ella y sus manos pasaron a bajar de la cintura. Siguieron bailando como si nada pero de nuevo otro giro en el que ella tenía que ponerle la mano en el hombro, pero en vez de eso pasó su mano acariciándole el cuello. Sin dejar de bailar sus manos pasaron a recorrer otras partes de su cuerpo a las habituales. Y de pronto volvía a sonar Marc Anthony preguntándose qué precio tiene el cielo. Inevitablemente cayeron en el sofá enrollados y recorriendo sus cuerpos. Se besaron, olvidándose incluso de que estaba sonando la música. Para ellos solo existía ese beso, nada ni nadie podía romper la magia del momento. Lo bien que habían congeniado empezaba a notarse incluso en sus movimientos. Era él el que marcaba el ritmo. Cuando ella se dio cuenta de esto dijo que tenía que hacer algo al respecto, así que se puso ...