1. Clases de baile


    Fecha: 01/02/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... no le quedaba mucho y se levantó. Él se incorporó del sofá y ella le susurró al oído que porque no iban a la cama.
    
    Él la dirigió por el pasillo hasta su habitación donde había una cama de matrimonio, llena de cojines. Ella se tumbó encima y empezó a tirarle los cojines. Él que era bastante ordenado los fue recogiendo del suelo para ponerlos a un lado, hasta que uno de los cojines que ella tiró le dio en la cara. Entonces con el cojín que tenía en la mano se lanzó contra ella a mantener una lucha de cojines entre risas, que acabó con los dos tumbados boca arriba. Aprovechando la posición ella se incorporó y fue a besarle, mientras se apoyaba en la cama con una mano y con la otra le recorría despacio el cuerpo. Él se dejó hacer hasta que ella se subió sobre él a la altura del pecho. Entonces le agarró el culo e hizo que acercara aquel delicioso manjar a su boca para degustarlo de nuevo, cosa que ella hizo de buena gana. Él volvió a darle todo el placer que pudo. Sin duda aquel chico sabía donde tocar y el momento exacto en el que hacerlo. Volvió a tener al menos un par de orgasmos, en los que él disfrutó de la visión de aquel líquido surgiendo de entre sus dedos por aquella abertura. Tras eso ella se dio la vuelta para tener a su disposición el instrumento de placer de él, para dar a la vez que recibía. La música se seguía escuchando desde el salón, pero cada vez más bajita, como si alguien estuviera bajando poco a poco el volumen. Ellos ajenos a todo siguieron disfrutando ...
    ... el uno al otro. Hicieron el amor por toda la habitación, en la cama, en la mesita de noche… hasta acabar en la alfombra entre los cojines, ella agarrada a la pata de la cama, mientras él la hacía llegar al borde del éxtasis una vez más. Él al ver su cara no pudo aguantarlo más y sacándola de su interior se corrió sobre ella, esparciéndole el semen por todo el cuerpo.
    
    Ese había sido el mejor polvo de su vida, pensó él. Bueno, quizás no el mejor, pero sí uno de los mejores. Lo que no sabía era que aquello no había acabado. Se incorporaron y ella le pidió si podía darse una ducha. Le dio una toalla y le indicó donde estaba el baño. Ella quería que se diera la ducha con ella, pero no quería decírselo tan directamente. Así que entró en el baño mientras él recogía todos los cojines del suelo para ponerlos sobre la cama, ya hecha. Dejó la puerta entre abierta, a sabiendas de que él la espiaría, y se puso a darse una ducha sin mirar nunca directamente a la puerta. Pero él como hombre que era, se quedó espiándola tras la puerta. Otra fantasía que él siempre había tenido. Veía como el agua le caía por el cuerpo y algunas gotas se depositaban sobre él, negando a abandonarla. Él se dio cuenta de que ella lo estaba haciendo a posta cuando vio como empezaba a introducirse un par de dedos en el lugar que antes él había ocupado y notó como de nuevo esa parte de su cuerpo se alzaba. Así que entró en el baño y se metió en la ducha con ella. Empezó a frotarle la espalda y a acariciarla con un ...