La historia de Claudia (19)
Fecha: 26/10/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
La puerta de entrada daba a un pasillo hacia la derecha donde se alineaban un baño y cuatro habitaciones, una de ellas, la principal, en suite, que el Ama se había reservado para ella.
A la izquierda estaba el living, de grandes dimensiones y con un balcón que daba a la calle.
Inés condujo a Amalia por las distintas habitaciones luego de permitirle que echara un vistazo al living, alfombrado en toda su superficie y en el cual había una gran mesa principal, dos sillones de tres cuerpos en forma de ele, dos lámparas de pie, varias sillas y una mesa ratona de forma rectangular y buen tamaño. A la izquierda, después de atravesar un corto pasillito, estaba la entrada a la amplia cocina.
Las habitaciones destinadas a las esclavas tenían un placard, una cama de dos plazas, una mesita de noche, un gran espejo de pie contra una de las paredes y una repisa en la cual habría varios dildos y vibradores a disposición de las clientas.
El Ama no consideró necesario mostrarle su cuarto y en cambio la introdujo en la habitación restante, que estaría destinada a la práctica del sado.
En cuanto entraron, Amalia se llevó una mano a la boca y abrió muy grandes los ojos, en un gesto de sorpresa que provocó la risa de Inés.
-Nunca habías visto algo así, ¿eh, Amalia?
-No, señora Inés... la... la verdad es que yo jamás vi cosas como éstas...
La habitación había sido dejada con ladrillo a la vista y el piso era de cemento. En las paredes colgaban grilletes de metal y collares ...
... sujetos con cadenas. De varios lugares del techo pendían cadenas con muñequeras de cuero cuyas ubicaciones se correspondían con tobilleras unidas al piso mediante una corta cadena, para tener a la víctima de turno sujeta por manos y pies. Contra la pared del fondo había una cruz de San Andres con grilletes en sus cuatro extremos. A la derecha se veía un cepo de madera oscura y a poca distancia un caballete también de color oscuro, con la parte superior acolchada y recubierta de cuero negro. Cada una de las patas tenía adosado en el extremo inferior un grillete de metal que se cerraba mediante un pequeño candado. Una de las paredes tenía una estructura de ménsulas con varios estantes de vidrio paralelos en los cuales se alineaban máscaras de cuero y de metal, mordazas de distintas clases, vendas para los ojos, cuerdas de diversos largos, esposas, pezoneras, varios velones, collares con cadena, brazaletes y tobilleras de sujeción y la máquina que ya Inés había usado con sus perras. El resto de esa pared estaba ocupada por pequeños ganchos de los que pendían látigos, fustas, paletas, strapps y varas. Había también un camastro de hierro, con un colchón y una almohada sin funda.
Amalia miró todo casi conteniendo la respiración, sintiendo que de la sorpresa pasaba al deslumbramiento, sobre todo ante esos instrumentos de castigo que de inmediato imaginó descargados sobre un buen culo.
Inés reparó en el efecto que esa habitación provocaba en la mujer, y se dijo satisfecha que ...