1. Un romance extraño


    Fecha: 23/02/2021, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... marcharse, cuando un patoso, uno de esos “siete machos” que siempre suelen parar por tales sitios, se le emperejiló bailar con la chica, así que la agarró de una muñeca, tratando de obligarla a que saliera con él a la pista de baile allí dispuesta para tales menesteres; ella se resistió, hablándole por lo bajinis, intentando mantener el rostro en la penumbra, diciéndole que ya se iba, pues se encontraba mal; que acudiera a cualquiera de las demás chicas que habían en el local, pero que, por favor, la dejara a ella; que mañana, si quería, bailaría con él lo que quisiera, pero que esa noche la dejara tranquila
    
    Pero el “maromo”, seguía erre que erre, con que quería bailar, y con ella, precisamente, esa noche, elevando cada vez más la voz, queriendo que también ella hablara más fuerte pues no la oía; la cosa se iba poniendo cada vez más agria, con el tío patoso, un chulo “perdonavidas”, en plan cada vez más violento, comenzando, incluso, a amenazar con liarse a guantazo impío con la chica, y hasta ahí podían llegar las cosas para el bueno del Celestino, que al punto se levantó diciendo
    
    —¡Que yo tenga que venir a Madrid para partirle la cara a un baboso hijo de!…
    
    Pero al momento, para evitar males mayores, intervino la Lola, a pecho y cara descubierta, mostrándose pues, a las claras, al “paleto”, como ella definiera al Celestino, y con esa “mano izquierda” que este tipo de mujeres, “bregadas en mil batallas” ante gilipollas como el andoba del “Siete Machos”, ...
    ... solucionó el problema de la Raquel en un periquete, saliendo la chica de estampida de barra y local, en tanto la veterana de la Lola aquietaba al chulo “matahembras”, invitándole a un trago de cualquiera sabe qué combinación alcohólica que acabó por dejar al “Pichi”(2) como un guante. Pero con esto no estaban aún solucionados todos los problemas de la nochecita, sino que quedaba casi lo peor, lidiar al “morlaco” del “paleto”, que la careta había caído y estaba todo al descubierto, al menos ella, la “tía” de la “virginal” Raquelita pillada a “to pillar” con el carrito del “helao” en la mano, vamos, casi, casi, que ejerciendo de “pilingui”, para “decillo” por lo “finolis”, que bien que el “paleto” le había visto la cara y reconocido al instante, que bien que lo demostraba la cara de “panoli” (lelo, tonto, en “cheli” madrileño de toda la vida) que se le había puesto y con la que la miraba sin quitarle ojo.
    
    Y vamos, que qué se le va a hacer, lo de “Suerte, vista, y al toro, que es una mona”, o lo que es lo mismo, a hacer frente a la cosa echándole valor y cara de cemento armado; así que, sin más dilaciones y más que sin encomendarse, encomendándose a Dios y al Diablo, que a veces hay que ponerle una vela a cada Uno, se encaminó, resuelta, al “paleto”.
    
    —¿Pero qué hace usted aquí, D. Celestino
    
    ¡Toma cha, y “chupa del frasco, Carrasco”, hasta de Don tratando al “paleto”!... ¡Vivir para ver, chavé!
    
    —Pues, pues… ¡Este dichoso estuche de cerillas que me encontré en su casa, ...