1. Nieta de fuego – venganza (inicio) parte 1


    Fecha: 25/02/2021, Categorías: Gays Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    ... deseo. Abrió la puerta del ascensor, de la mano, sin hablarnos fuimos a mi apartamento.
    
    La espalda de Giselle presionada fuertemente contra la puerta terminó de cerrarla, los abrazos efusivos hacían subir los colores a esas mejillas inyectadas de repentino rubor, el candor de la inocencia cambió a brasas incandescente de lujuria.
    
    En medio del fragor de los sucesos era casi imposible medir y sopesar las consecuencias, la fricción y movimiento de los cuerpos nos hizo tropezar con una mesita y caer ella encima de mí, sentada al mejor estilo de una nieta sobre su abuelo...
    
    En un momento de lucidez, la vi como hace unos años, de la misma edad de mi nieta, amiga de sus correrías, cuando venía a este mismo apartamento y las veía retozar sobre la alfombra, esta misma que ahora es testigo de mis pensamientos inconfesables y lascivos... como para poner un freno a mi lujuriosa fantasía que se gestaba saltando por encima de todo sentido de prudencia y recato.
    
    - ¿Tomamos un café?, dije simulando no estar tan alterado, simulando dominio de la situación que no era tal. –¡Sí “abu” ...! –dicho al mejor estilo de “bebota” con esos mohines de nietita consentida.
    
    Mientras preparaba el café intentaba poner un poco de claridad en los sucesos previos, pero... estaba visto que fallan los frenos morales, tampoco las consecuencias e implicancias sociales y éticas hacen mella en el resto de conciencia que me queda. El dique de la razón rebasado por la pasión.
    
    Toda esta disquisición ...
    ... moral, sucedió en instantes, tomé real cuenta cuando en un acto, hábito casi reflejo condicionado, ya había ingerido una pastilla para reforzar la imaginada performance sexual, estar con las energías dispuestas por si se larga la carrera del deseo en pos de la carne tierna.
    
    Giselle no esperó que terminara de preparar la infusión, se acercó peligrosamente y… de un salto, sentó sobre la mesada de la cocina, espontánea y natural, la falda subía con la frescura y osadía de sus pocos años y muchos deseos. Balancea y abre las piernas, ofrece la inquietante vista de su peludito trofeo, escabullido bajo el blanco triángulo, último escollo al cofre mágico de su juventud palpitante.
    
    Obnubilado dejé caer la cuchara al piso, al mismo tiempo que los últimos vestigios de reservas morales, inclino la cabeza y levanto la breve faldita, con todo el tiempo del mundo sin poder evitar encandilarme de emoción al ver el destello de sus vellos enrulados, abultan unos y otros asoman, desafiantes, el triángulo de la escueta tanga. Hubiera demorado un siglo, venerando esa visión maravillosa, el nirvana del deseo y como si no fuera suficiente tanto y bueno, Giselle le agregó un plus: Separó con displicencia natural las piernas, mostrando más allá de lo que mi prudencia podía soportar. Se limitó a sonreírme y remover sus dedos en mis cenicientos cabellos.
    
    De pie, entre sus piernas, escondía la lujuria que brilla en mis ojos, sentía crecer mi orgullo de hombre, como nunca, lo nota y sonríe, me ...
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