1. Diario de un padre VI (Liam, la sobrina preferida)


    Fecha: 02/03/2021, Categorías: Jóvenes Autor: xverzo, Fuente: RelatosEróticos

    ... derrumbaron, “Ya van a entrar” pensé. Eran Ivanna y Laura, entraron bromeando a gritos, diciendo algunas palabras en alemán que tal vez nunca entienda. Entraron con las sillas en la mano así que mi presentimiento se iba cumpliendo, pero no. Luego de un rato que estuvieron dentro de la casa. Salieron en traje de baño y pasaron por la cocina a llevarse otra botella. Laurita me lanzó una mirada cómplice y otra vez un guiño. Apenas cruzaron la puerta y volvieron al patio subí las escaleras con el corazón en la boca, ahora latía más fuerte, abrí la puerta emocionado y… estaba dormida. Miré la PC y estaba apagada, quizá ni la encendió. Todo parecía derrumbarse, estuve un tiempo caminando alrededor de la cama, ella estaba boca abajo con las piernas cruzadas y los brazos cruzados donde apoyaba la cabeza. Enseguida tuve una excusa: cambiarla de cuarto. Así que delicadamente la volqué sobre mis brazos y la alcé. Al hacerlo, entreabrió los ojos pero me vio y los volvió a cerrar. La cargué hasta el cuarto siguiente, el de huéspedes está al fondo antes del baño.
    
    Al llegar al cuarto ni siquiera encendí la luz, la acosté boca arriba, sentía la adrenalina, esa que precede a la conquista y mientras le quitaba los zapatos, mis manos subieron por sus piecitos apretándolos un poco, sintiendo su piel blanca que resaltaba en el cuarto semi-oscuro. Mis pulgares se movían por la planta de sus pies y mis dedos arañaban un poco cerca de sus tobillos. Se me hacía agua la boca, constantemente me ...
    ... mordía los labios mientras mis manos subían por sus piernas torneadas, atléticas. Ya iban llegando mis manos a sus rodillas y al alzar la vista, ella estaba mirando, con la boca ligeramente abierta, su rostro, lejos de desagrado, parecía estar agradecido, complacido, aprobando el contacto, el atrevimiento. No lo sé, pero en ese momento sentí que me brillaron los ojos y el cuerpo reacciono como los caballos del hipódromo apenas se abren las puertas: halé, agarrando sus pantorrillas, y la atraje hasta el borde la cama de manera que su entrepierna golpeó, con la fuerza del jalón, mi boca que ya esperaba abierta, lista para besar ese bultito pronunciado y divido, ahora más que antes, en dos. La tela de su bermuda era fina y me dejaba sentir lo calientito de sus labios. La miré y ya tenía la boca más abierta, respiraba en bocanadas cortitas pero no hacía ruido alguno, su rostro se debatía entre miedo y satisfacción con una creciente excitación. Besaba el interior de sus muslos, arrastrando mis dientes allí donde la piel es más suave, más sensible y sus pies colgaban a mi espalda y su mano de vez en cuando y tímida se posaba en mi cabeza hurgando mis cabellos.
    
    Comenzó a soltar sus primeros gemiditos con la boca cerrada apretando un los labios mientras mi lengua se trataba de abrir paso entre los de su vaginita, empujando fuerte, húmeda la lengua. Me percaté de que le estaba mojando la bermuda y rápido le desabotoné el cinto y la bajé con ayuda de ella que seguía con esa cara de ...
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